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El PSOE busca socio

Las últimas elecciones generales reforzaron la posición de los dos grandes partidos en el Congreso de los Diputados -el PSOE pasó de 164 a 169 escaños y el PP de 148 a 154-, en detrimento de las formaciones menores, todas ellas a la baja con la excepción de CiU, que mantuvo invariables sus 10 escaños. Los dos grupos que, por razones coyunturales o de fondo, más apoyaron al Partido Socialista en la legislatura anterior, ERC e IU, padecieron el pasado 9-M severos revolcones: ERC pasó de 8 escaños a 3 e Izquierda Unida, de 5 a 2. Evidentemente, aquella condescendencia con el poder no fue bien vista por los electores que apoyaban a las minorías; todo ello al margen de que ERC consiguiese en 2004 una sobrerepresentación debida a causas circunstanciales.

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Así las cosas, parecería que en esta legislatura la gobernabilidad es más fácil de asegurar que en la pasada, toda vez que las dos formaciones estatales son más fuertes y desciende el peso de las organizaciones periféricas. Pero ello es solo un espejismo porque ahora concurre un factor nuevo: el deslizamiento del Partido Popular hacia zonas más centrales del espectro, lo que pone fin a su proverbial confinamiento que lo aislaba de las restantes fuerzas. Dicho en otros términos, el antinacionalismo visceral y ejerciente del PP hasta hace poco imposibilitaba cualquier pacto de la gran fuerza de centro-derecha con los nacionalistas moderados, CiU y PNV, que o apoyaban al PSOE o se abstenían. Ahora sin embargo, tras los explícitos pasos dados por Rajoy en la dirección adecuada, todas las relaciones transversales se han facilitado. De hecho, Rodríguez Zapatero tuvo que comparecer en el Congreso a principios de mes, ya cerrado el período de sesiones, a explicar la situación de la economía porque así lo exigieron unánimemente el PP y las minorías frente a la formación gubernamental, que quedó aislada.

Esta legislatura será previsiblemente menos confusa y agitada que la anterior, no sólo porque el PP se ha moderado sino también porque el Gobierno lleva en cartera propuestas mucho menos radicales que las del programa de 2004.

En las circunstancias actuales, el socio ideal del PSOE en Madrid es CiU, posibilidad que, sin embargo, tropieza con el hecho de que CiU es oposición al PSOE en Cataluña.

Así las cosas, es evidente que sería más cómodo para el PSOE pactar con el PNV, que, aunque no le basta para la mayoría absoluta -faltaría un escaño para los 176- haría imposible que otros la lograsen. Sin embargo, es inimaginable tal sociedad en tanto Ibarretxe siga divagando por los perdederos de extramuros de la Constitución y disponiéndose a anticipar las Elecciones autonómicas a las que concurrirá con un mensaje histriónicamente victimista.

Por lo demás, los principales hitos de la legislatura requieren el acuerdo de Estado de los dos grandes partidos. La reforma de la Justicia, el pacto sobre la inmigración, la recuperación de una política exterior común, el cierre del Estado de las Autonomías con una nueva financiación, e incluso la reforma profunda del modelo de crecimiento económico son designios que han de adquirir la estabilidad que sólo puede proporcionar al consenso entre las fuerzas que se alternan al frente del Estado.