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Un lehendakari socialista

Según el último Euskobarómetro, la encuesta electoral realizada por la Universidad del País Vasco, el PNV podría conseguir en las próximas autonómicas cerca de 400.000 votos (un 34% en términos de intención de voto), mientras que la actual segunda formación de la región, el PSE-PSOE, conseguiría unos 350.000 (alrededor del 30 %). Pese a esta ligera ventaja de los nacionalistas, la encuesta detecta que los socialistas podrían convertirse en vencedores en número de escaños. En concreto, el PSE podría pasar de los 18 diputados actuales a entre 25 y 28, en tanto que el partido de Ibarretxe sólo lograría entre 24 y 27 (dejando atrás los 29 que obtuvo en 2005).

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Además, el PP, que ayer empezaba su congreso regional en Euskadi, lograría entre 13 ó 15 escaños (posee 15 actualmente). EB conservaría sus tres escaños y, aunque volvería a 'perder peso', mantendría su papel clave para lograr la mayoría gubernamental.

La izquierda abertzale cuenta con una intención de voto del 6%; sin embargo los autores del sondeo creen que «todo apunta a que se quedaría fuera del Parlamento y promovería de nuevo la abstención».

Por último, EA lograría dos escaños, Aralar obtendría uno y UPyD conseguiría más de 10.000 votos, aunque no lograría presencia parlamentaria. Los expertos que han confeccionado el sondeo llegan, en fin, a la conclusión de que el PSE se encuentra en «un ciclo claramente ascendente» y que estaría en condiciones de mejorar «notablemente» sus resultados y «volver a disputarle al PNV la primera posición, como en 1986». De confirmarse estos datos, los socialistas lograrían un resultado electoral histórico.

Hasta aquí, evidentemente, llega este análisis sociológico fruto de una curiosidad académica que tiene larga tradición en Euskadi y que ha acertado de forma sistemática el sentido de las principales tendencias electorales, algo por lo demás no muy difícil dada la pequeña dimensión del País Vasco, donde vota menos de un millón y medio de personas. El análisis político sugiere que, si se mantienen los actuales vectores de avance es francamente probable que de las próximas elecciones autonómicas salga un lehendakari socialista, hecho sin precedentes que resultaría extraordinariamente oxigenante y que revitalizaría hasta extremos inimaginables la democracia vasca.

Esta posibilidad plantea dos opciones muy distintas: el Gobierno transversal PSE-PNV, como los que resultaron tan fecundos en Euskadi durante una larga etapa, y el Gobierno no nacionalista PSE-PP. Obviamente, las dos combinaciones son bien diferentes.

Quienes hemos mantenido insistentemente que la fórmula ideal de gobernabilidad en una colectividad claramente escindida al 50% entre nacionalistas y no nacionalistas es el Gobierno transversal de integración, que obliga a los dos socios a moderar sus programas máximos y a efectuar un ejercicio cotidiano de realismo y de condescendencia, preferimos la transversalidad al pacto entre no nacionalistas.

Ahora bien: si Ibarretxe continúa por la senda de la confrontación pugnaz con el Gobierno y de la aventura pueril e impracticable de una consulta que no tiene viabilidad alguna y que, en el mejor de los casos, se celebraría bajo la atenta vigilancia de los pistoleros de ETA, está claro que el PSE no podrá vincularse al al partido del lehendakari, el PNV, que va a perder en este delirante espectáculo peso, prestigio y credibilidad.

Así las cosas, el PSE y el nuevo PP pueden estar condenados a entenderse. Algo que hubiera resultado inimaginable con María San Gil al frente de este partido y con Mayor Oreja en la trastienda, pero que no lo es en absoluto con Basagoiti a la cabeza de la dirección popular. La moderación de los nuevos líderes, unida al golpe de timón de Rajoy, abren expectativas inéditas en Euskadi, donde puede darse el caso de que el nacionalismo, un verdadero anacronismo intelectual, vaya retrocediendo inexorablemente.