TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

El mejor momento de Luis Pizarro

Muy a menudo, da la sensación de que Luis Pizarro hubiera estado ahí siempre, incluso sosteniéndole el yunque y la pluma del antiguo escudo del PSOE a Pablo Iglesias. El y su esposa no aprendieron socialismo por boca del salvocheista Fernando Puelles, que formó a los Blanco y a los Perales, sino que cursó aquella asignatura pendiente en la España de la dictadura franquista, desde el movimiento vecinal: ambos esperaban en la estación a un jovencito Alfonso Perales cuando este volvía oliendo a cuartel robado de los calabozos de la Puerta del Sol o del remoto Suresnes donde un grupo de medio jipis estaban decidiendo, quizá sin saberlo, el futuro de España.

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Treinta y tantos años después, Luis Pizarro, tal vez desconociéndolo también, está viviendo su mejor momento a pesar de que coincide precisamente con el de su previsible techo en el seno del partido al que ayudó a renacer. Y es que los socialistas se enfrentan a una serie de citas congresuales, que este fin de semana comienza con el Congreso Federal de Madrid al que seguirá el de Andalucía y los provinciales. En los correveidiles previos, se barajaba el supuesto de que Pizarro heredase de manos de Manuel Chaves la secretaría general del PSOE de Andalucía, como anticipo a la renovación generacional que todavía no se sabe cuando va a producirse, ni a escala interna ni al frente de la Junta de Andalucía.

Mal podría venderse una renovación cuando a Pizarro y a Chaves le distancian muy pocos años de DNI, así que el actual secretario de organización del PSOE de Andalucía se queda sin esa simbólica medalla del trabajo que vendría suponer un agradecimiento a sus servicios prestados durante casi cuatro décadas. Eso sí, como pedrea, le han designado portavoz del PSOE de Andalucía en el trigésimo séptimo Congreso Federal que se celebra este fin de semana. Pero que nadie se engañe: no se trata de un simple premio de consolación. Si bien es cierto que, en una sociedad mediática como la nuestra, el poder de transmisión de cara al público de Pizarro sería equivalente al de un tantán en tiempos de las blackberrys, como fontanero de su partido en Andalucía ha demostrado ser uno de los más capaces de la Europa contemporánea. Templado, sagaz, ordenado, he ahí sus valores, a los que algunos analistas como Juan Teba añadían durante las últimas semanas el de paciente.

Así que no hay mejor perfil para canalizar la unanimidad de los socialistas andaluces, que apoyan a ZP a piñón pero del rey abajo, ninguno, si hacemos caso a los runrunes de descontento que corren por Almería o por Málaga, al hecho de que destacados militantes de Granada -como Javier Torres Vela- hayan hecho sus maletas políticas y al pulso tácito que mantienen a escala autonómica el propio Pizarro y Gaspar Zarrías, vicepresidente de la Junta de Andalucía en una bicefalia institucional con José Antonio Griñán. Si alguien quiere saber lo que es el encaje de bolillos no tiene más que echarle un vistazo al reparto de funciones de todos ellos en este congreso: Griñán es el ponente en la comisión federal de Economía, mientras que Gaspar Zarrías preside la comisión de modelo de partido en la que Pizarro ejerce como ponente. Los delfines, en cualquier caso, tendrán que esperar otra legislatura: lo más probable es que Chaves vuelva a repetir como candidato autonómico en 2012, en un duelo de titanes con Javier Arenas, porque de lo contrario sería como si Spiderman se jubilara antes de librar la batalla definitiva con el Duendecillo Verde.

Así que aparcada esa espinosa cuestión, lo que queda es mantener la casa limpia y en orden. A todos los niveles, incluyendo el de la propia provincia gaditana, donde empieza a hacerse evidente el distanciamiento que existe entre la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, muy próxima a La Moncloa pero muy distante de la Plaza de San Antonio. El contencioso salarial vivido en las últimas horas ha puesto las cartas encima de la mesa, cuando la mandataria ha denunciado explícitamente zancadillas internas por parte de compañeros del partido. Y es que en plena era glacial de la economía, cuando los cargos públicos andaluces congelan sus salarios, aumentó en 13.000 euros anuales el de su antiguo escolta Juan Carlos Jiménez, actual jefe de gabinete de la alcaldía. A pesar de que algunos cargos del PP y del PSA en el consistorio jerezano cobraban mucho más, el escándalo mediático estuvo servido y la alcaldesa dio marcha atrás a la medida, aunque negó que actuara bajo presión del partido. Eso sí, según sus propias declaraciones, habló sucesivamente con Juan Cornejo, Luis Pizarro y Gaspar Zarrías, que le pusieron cara de póker y de yo no fui.

En Jerez, entre Sánchez anda el juego. Si Pilar cuenta con el favor de La Moncloa, su compañera de filas, la jerezana Mamen, sigue siendo una de las principales bazas de Alfredo Pérez Rubalcaba en el Congreso de los Diputados. Por ahora, ni una ni otra disputan sus jurisdicciones respectivas. Quizá también en ese difícil equilibrio tenga algo que ver el malabarismo diplomático de Luis Pizarro. Aunque sea por omisión: cualquier otro quizá estuviera tentado de meter baza en semejante avispero y arrimar el ascua a su sardina, con el riesgo evidente de echar a perder el espeto del partido.