Cultura

García León relata los 14 días en los que Cádiz cambió la historia

El investigador desglosó ayer, en el Casino Gaditano, las claves de la rendición de la escuadra de Rosily, que también celebra su bicentenario

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Esta es la historia de un militar que rindió una escuadra entera con cañones de juguete; el relato de cómo un diestro general fue capaz de conseguir, sin apenas hombres y con la pólvora justa, la primera gran victoria en una guerra que parecía perdida de antemano; la crónica de catorce días de angustia, táctica, estrategia y confusión, que cambiaron el devenir de la contienda en la que España pasó de ser «un desorden de pueblos» a comportarse como una sola nación.

El profesor de la UCA José María García León desganó ayer, en el Casino Gaditano, las claves de este episodio crucial de la historia de España, que vive «también su bicentenario, aunque quizá de un modo excesivamente discreto, teniendo en cuenta su incuestionable relevancia, minimizada por la posterior batalla de Bailén».

Eludiendo los estereotipos y las alharacas chovinistas, García León relató minuciosamente la crónica de los sucesos ocurridos entre el 1 y el 14 de junio de 1808, aunque para dotarlos de significado no prescindiera de una cuidada contextualización. «Cádiz vivía en el desconcierto absoluto tras el 2 de mayo, con un gobierno civil y militar que no sabía si estábamos o no en guerra con Francia, una flota francoespañola anclada en la bahía y una población deseosa de tomar las armas contra un ejercito paradójicamente aliado e invasor». En esa situación, Francisco Solano, el máximo responsable político en la ciudad, resultó ser la primera víctima del «nerviosismo generalizado». Ante la falta de un comunicado oficial de Madrid, Solano optó por pedir calma, fue considerado un traidor, linchado y asesinado en la calle. «El relato de su muerte pone todavía la piel de gallina -argumentó el conferenciante-, ya que fue su propio amigo el que tuvo que darle muerte para evitarle más sufrimiento». Su sustituto, el general Morla, decidió exigirle a Rosily su rendición. Como no quería pedir ayuda a los ingleses, «por miedo a que se repitiera lo de Gibraltar», tuvo que recurrir a la astucia: sembró las murallas con cañones de mampostería, entre los que había disimulados algunos reales, y amenazó al francés con hundirle la flota. El resultado: el pistoletazo de salida de la guerra de la Independencia en Andalucía.

dperez@lavozdigital.es