MUNDO

Berlusconi paraliza con una ley un juicio por corrupción contra él

Berlusconi no ha aguantado ni un mes sin hacer una de las suyas y ya está chapoteando en el conflicto de intereses, como en su anterior legislatura de 2001 a 2006. El primer consejo de ministros de su Gobierno, el pasado 21 de mayo, aprobó el famoso proyecto de ley de seguridad y ayer en el Senado su partido deslizó dos enmiendas rarísimas. Una, para dar prioridad a los procesos graves, de penas superiores a los diez años de cárcel, con el fin de agilizarlos. Otra, donde está el meollo, suspende durante un año los juicios por delitos castigados con menos de diez años que se hayan cometido hasta el 30 de junio de 2002. Qué casualidad, Berlusconi tiene uno de este estilo.

| Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Se trata del proceso por presunto soborno del conocido abogado británico David Mills para que no testificara contra él en dos de los juicios que el magnate afrontó a finales de los noventa. Es el más amenazador de los tres procedimientos contra el primer ministro que siguen con vida, pues se acerca a su fin, tras haberse librado ya de una docena en los últimos años por absolución, prescripción o con leyes hechas por él mismo que los neutralizaban.

Los otros dos procesos en pie son por presunto fraude fiscal en la compra de derechos televisivos de Mediaset, su complejo audiovisual, juicio que sigue adelante y no se ve afectado, y el segundo, en sus inicios, es por supuesta corrupción de un directivo de la RAI al que quiso enchufar cinco jovencitas para trabajar en la cadena.

Con la nueva norma, que no obstante detiene también los plazos de prescripción, el juicio del 'caso Mills' se pararía durante un año.

Ha sido un aldabonazo que ha despertado a la clase política. Incluidos los socios de Berlusconi, que no están de acuerdo con la idea, sobre todo la Liga Norte, y temen el mal humor popular. En teoría, este nuevo Ejecutivo se había vendido como aire fresco y soluciones para la vida de la gente, pero esta medida supone un regreso a los vicios conocidos: que Berlusconi se dedique más que nada a arreglar sus asuntos.

La oposición, que durante estas semanas ha querido dar un voto de confianza al 'Cavaliere' y trabajar por el diálogo, ayer acabó de caerse del burro.