Mañana ya será historia

Corría el año 1968 cuando el presidente de la Diputación Provincial de entonces, Fernando Portillo Scharfhausen, creyó que la ciudad necesitaba nuevas instalaciones deportivas. Y buscando un lugar, lo encontró junto a la Institución Generalísimo Franco (Institución Provincial), entre las calles Brunete y Ciudad de Santander. Un espacio de 4.880 metros cuadrados que en tan sólo ocho meses albergó un nuevo pabellón deportivo con sótano, planta baja y primera que costó 22.936.097 pesetas.

Durante el Pleno de la Administración provincial, el junio de 1969, Portillo Scharfhausen presentó la propuesta durante la sesión en la que aseguró que «lo fundamental no es su construcción, sino su conservación y sostenimiento, dificultades que se agravan si se pretende que el pabellón cumpla la misión que se le encomiende y se autofinancie», señalan las actas. Fernando Portillo propuso entonces que estas instalaciones se financiasen mediante una fundación pública, o patronato, y que todos los beneficios obtenidos, una vez se hubiesen cubierto los gastos, irían destinados a mejorar y ampliar las instalaciones.

La Diputación encargó al proyecto a Javier Navascúes y de Palacios. La ejecución, tras un concurso, corrió a cargo de la constructora Goicoechea S.L. El 21 de mayo de 1968 se firmó el proyecto y el pliego definitivo y el 19 de julio de ese mismo año el Ayuntamiento de Cádiz aprobó la licencia de obras.

La entrega del edificio se demoró hasta agosto de 1969 debido a los numerosos problemas que surgieron durante la edificación (fuertes lluvias sobre la ciudad, filtraciones y humedades). Además, el presupuesto inicial de 18.474.115 pesetas se incrementó en 4 millones más, al tener que añadirle al proyecto inicial una nueva cubierta y la ventilación.

Aunque el pabellón fue inaugurado en septiembre de ese año, la bendición no fue hasta el 1 de junio de 1970, cuando ya, curiosamente, Portillo no era presidente de Diputación, sino Antonio Barbadillo.

En 1983 la institución provincial cedió al Ayuntamiento de Cádiz todo el solar, incluido la Institución Provincial y la superficie de la futura Ciudad de la Justicia. Ahora, casi 40 años después, el pabellón cierra sus puertas para ser demolido.

El futuro Fernando Portillo estará levantado en cuanto comiencen las obras, en 15 meses. Contará con tres plantas de aparcamiento subterráneo, tendrá una capacidad para 2.500 espectadores, piscina terapeútica, tres salas de gimnasio y una cancha deportiva.

Recuerdos

Por el pabellón Fernando Portillo han pasado numerosos deportistas que ya forman parte de la historia del deporte gaditano. Pepe Arriaza, que fue jugador y entrenador de baloncesto, recordó que «hace más de 25 años inicié mi actividad allí, jugando con el equipo de baloncesto de Cádiz que militó en la Segunda División». Después de varios años jugando, pasó a entrenar equipos femeninos. «El Portillo tenía mucho movimiento. Cada recoveco era aprovechado para hacer alguna actividad. Incluso una pared se utilizó para hacer un rocódromo. Sin duda nos hemos desarrollado allí como personas».

Otros de los nombres del deporte gaditano que pasó por el pabellón fue el entrenador de la selección española de balonmano playa, Fernando Posadas. Llegó con 15 años desde Pontevedra, «y toda mi vida deportiva la desarrollé allí». Al igual que Arriaza, primero estuvo en el Portillo como jugador y después como entrenador, «que ha sido cuando he vivido los momentos más especiales. Aún recuerdo cuando conseguimos llenar el pabellón con el equipo Gades-Inmaculada en el Campeonato de España Juvenil Femenino. Fue una utopía».

Para Posadas «nunca se ha valorado la importancia de estas instalaciones y los buenos jugadores que se han formado allí».

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