ALTIVA. La torre de la Atalaya está a la vista de cualquier jerezano desde plaza Plateros.
Jerez

Precioso y elevado mirador

La torre de la Atalaya, también conocida como del Reloj, sigue siendo uno de los referentes del mudéjar en nuestra ciudad

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Estamos en la torre de la Atalaya o también denominada como del Reloj por tener en 1489 un reloj en la parte superior. Se trata de uno de los lugares de mayor elevación de la ciudad. Una atalaya donde los vigías se encaramaban para otear el horizonte y vislumbrar al enemigo desde lejos. Data de la segunda parte del siglo XV. Uno de sus encantos, lo encontramos en sus vanos, interesantísimos, que dejan es sus paredes la huella de su estilo mudéjar, sobre todo si nos fijamos en la parte más desnuda que da a la plaza Plateros.

Formada por dos partes cosidas por la piedra, si el viandante se detiene un instante, verá que en la parte derecha, según se mira la torre, existe una forma rectangular que acompaña al grueso de la torre propiamente dicha. Es en esta zona donde se encuentra la escalera de entrada a la misma. En los altos de la torre, está la espadaña que contempla a la gran campana llamada «quebrada». La tradición cuenta que se hacía sonar cuando el vigía oteaba en el horizonte cualquier amenaza que pudiera poner en peligro a la población.

Y es que la torre es una obra civil propiedad del Ayuntamiento que actualmente está cedida por su proximidad a San Dionisio. El arquitecto municipal Manuel Barroso cuenta que «hace un par de años hubo que hacerle unas pequeñas intervenciones de urgencia. Fundamentalmente en la zona de la gran campana quebrada que tenía problemas con las bridas que la abrazaba y, por otro lado, en uno de los merlones que estaba volcado y al que se le tuvo que hacer una pequeña cornisa de frontol que culmina el capenile», narra Barroso.

Sin previsión

En la intervención que se está llevando a cabo en el histórico templo de San Dionisio no está previsto ninguna actuación en la histórica torre de la Atalaya. Barroso asegura que «sería necesaria también en la torre una intervención integral de la misma. Está claro que forma parte de nuestro gran patrimonio jerezano».

Una torre que no forma parte de la muralla de Jerez. Un signo más de la importancia de esta ciudad en las postrimerías de la baja edad media. Es una joya de la que Jerez sigue disfrutando. Una perla mudéjar testigo del tiempo y de nuestra historia.