Opinion

Patología terrorista

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a noticia de que el agresor del concejal socialista y ex alcalde de Pasaia, Bixen Itxaso, había atacado hace 21 años la casa del pueblo del PSE-PSOE en Portugalete causando la muerte de dos personas y heridas a otras ocho demuestra la existencia de conductas irreductibles en el entorno etarra. El caso de Jon Ander Uribarrena resulta espeluznante. Junto a otros cinco jóvenes quemó vivos a Maite Torrano y a Félix Peña en protesta por la entrega por parte de las autoridades francesas de activistas reclamados por la Justicia española. Ni los efectos letales de los cócteles molotov que lanzó aquella noche, ni los doce años que pasó en la cárcel debieron hacerle recapacitar. El pasado martes quiso demostrarlo propinando un puñetazo a un hombre de trayectoria ejemplar que durante años, día tras día, ha sabido hacerle frente al fanatismo totalitario. Lo hizo precisamente porque Itxaso había promovido una moción censurando la ignominiosa cobertura que los ediles de ANV prestan a su matriz terrorista. La narración del caso posee toda la elocuencia de un diagnóstico: se trata de la patología que acompaña a la intolerancia extrema. La iniciación en la práctica violenta a los 20 años asesinando a una mujer y a un hombre indefensos hizo que los años de condena no sirvieran como medio de reinserción. Todo lo contrario, debieron propiciar que el verdugo se sintiera redimido haciéndose la víctima. Es más que probable que esté viviendo su detención como un acto de injusticia infinitamente más grave que su agresión. Lo malo es que son demasiadas las personas que en el País Vasco piensan lo mismo. Una actitud liberticida que no cuenta con terapia más eficaz que la aplicación de la Ley y la conversión de las llamadas «mociones éticas» en mociones de censura que sitúen a personas como Bixen Itxaso al frente de los ayuntamientos en los que se parapeta la barbarie.