MUNDO

El mundo debate el precio del pan

La cumbre de la FAO aborda la subida de los alimentos, relacionada con el cambio climático, las reglas del comercio y el etanol

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Es para asustarse: en 36 países pobres los precios de los alimentos son tan exageradamente altos que están al borde de la rebelión popular, según la FAO y el Banco Mundial. El pan, el arroz o el maíz ya son factores de desestabilización política en todo el planeta y si en España hay preocupación porque todo está mas caro en el supermercado, en muchos otros lugares es cuestión de vida o muerte. En Sudán, el trigo ha subido un 90%; en Bangladesh, el arroz, un 66%...

Cuanto más pobre es una familia, más parte de sus ingresos dedica a comer. Más o menos, entre un 60% y un 80% de lo que gana, mientras en EE. UU. es sólo un 9%. Es decir, los pobres del mundo pueden estar mucho peor si no se hace algo y lo poco conseguido hasta ahora en la lucha contra el hambre puede saltar por los aires.

Más de cincuenta jefes de Estado se reúnen desde hoy hasta el jueves en Roma, en la sede de la FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para intentar dar una respuesta al problema. Esta cumbre de emergencia se iba a dedicar en exclusiva al cambio climático, pero la FAO ha añadido este asunto a la primera fila de prioridades ante la emergencia de los precios. En realidad, ambas cosas están relacionadas, pues la subida del pan es la punta visible de un fenomenal tinglado de grandes problemas a los que la comunidad internacional debe enfrentarse sin dilación. Planteado de forma simple, en un primer análisis, han coincidido varios factores. Uno, que los chinos, por ejemplo, también quieren comer filetes, ahora que pueden y después de décadas de vivir de arroz.

Peores cosechas

En 1985, comían veinte kilogramos de carne al año, y ahora, cincuenta. Y se necesitan ocho kilos de cereales, de pienso, para producir uno de carne. Siendo esto verdad, la FAO también ha querido desmitificarlo como lugar común, pues dice que la reciente ola de precios «no parece haberse originado en los mercados nuevos de China e India». Ahora mismo, «no están participando significativamente como importadores de cereales en los mercados mundiales. China sigue exportando maíz e India importa un volumen relativamente reducido de trigo».

Sea por azar, sea por el cambio climático, las cosechas están siendo malas en los grandes productores, como Australia o Ucrania, y las reservas se han reducido drásticamente, hasta sus mínimos históricos de 1983. Además todo está más caro por el auge del precio del petróleo y, por eso mismo, se ha potenciado una energía alternativa, los biocombustibles. Este invento permite sacar carburante del maíz, llamado etanol, y de aceites vegetales, el biodiésel.

Parece una buena idea, pero resulta que ha subido el precio de estos alimentos y ha empezado a acaparar la producción, con la terrible consecuencia de que, quien lo compra para comer, ya no lo puede pagar. De los cuarenta millones de toneladas de aumento de la utilización mundial de maíz en 2007, casi treinta millones de toneladas fueron para etanol, principalmente en EE. UU., que ha elegido esta vía para reducir su dependencia del petróleo. También la UE, España incluida, se ha puesto como meta llegar a cubrir un 10% de su consumo con los biocombustibles.

Medidas urgentes

Como se ve, en la economía mundial el mercado de la comida, el de la energía y los movimientos financieros ya están muy ligados, además de los intereses políticos nacionales. Pero nadie duda de que se ha terminado la época de la comida barata. El coste mundial de los alimentos importados ha aumentado una media mínima del 20% desde 2006. Es el nivel más alto del que se tenga registro, dice la FAO, y un estudio de este organismo en colaboración con la OCDE prevé que los precios de 2007 a 2016 serán más altos que en la década de los 90.

La FAO, de momento, pide unos 1.100 millones, para responder a la emergencia en los países que lo necesitan. Lo hará a través de ayudas a los agricultores y programas nutricionales. En cuanto a qué hacer a largo plazo, hoy se abre la discusión, clave para el futuro del mundo.