efeméride

Hoy se cumplen 200 años del levantamiento portuense contra el ejército francés

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Hoy se cumplen doscientos años, el 29 de mayo de 1808, del levantamiento popular dirigido a tomar las armas contra el ejército francés a favor de Monarquía Española, que concluyó con la instauración de una junta local particular subalterna de la Suprema Junta de Gobierno de Sevilla, en lo que constituye el primer acto de la Guerra de la Independencia en El Puerto de Santa María

Los hechos fueron relatados por el entonces alférez mayor, el IV Marqués de la Cañada, José Mª Tirry Lacy, nombrado aquel día por aclamación popular gobernador de la ciudad, en una declaración que figura al comienzo del acta de la sesión del Ayuntamiento celebrada el día 30.

Según el testimonio del marqués recogido por el escribano del cabildo, sobre las tres y media de la tarde “hallándose en las casas de su morada acabando de comer, se vio sorprendido repentinamente por una multitud de pueblo armado, gritando todos a una voz que viva el Rey el Sr. D. Fernando Séptimo y que viva también el Alférez Mayor y diciendo a voces y a gritos que querían nombrarlo gobernador de esta Ciudad para defender su Rey, su Patria y su Religión y que respecto a las críticas circunstancias del día querían ellos derramar su sangre por su Soberano, advirtiendo que trajeron consigo el bastón y el sombrero del Sr. Gobernador, el que recogió Su Señoría y lo guardó en su casa y por evitar grandes inconvenientes se vistió y se dirigió con los mismos a las casas de Ayuntamiento y estando en ellas condescendió en el modo posible con las peticiones del pueblo para ponerlos en quietud ofreciéndoles que a su tiempo se darían providencias sobre los auxilios y municiones que pedían de acuerdo y con licencia del Excmo. Sr. Capitán General de la Provincia, todo con el objeto que se deja entender según las críticas circunstancias del caso…”

Inmediatamente, José Mª Tirry Lacy, que era caballero de la Orden de Santiago, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, alférez mayor del Ilustre Ayuntamiento “con primer voto y asiento preeminente” y primer regidor perpetuo decano, envió al Capitán General de la Provincia, Tomás de Morla, este testimonio exponiéndole “lo ocurrido en esta Ciudad y los motivos y razones que ha habido para obligarme a acompañar a toda la gente tanto de este pueblo como el de Jerez a las Casas de Ayuntamiento y desde allí dar las providencias oportunas y momentáneamente tomar el mando a fin de conciliar el sosiego sin embargo de los muchos achaques que en mi salud padezco por lo que espero de V.E. me releve de este tan penoso cargo nombrando la persona que tenga a bien”, esperando sus órdenes inminentes “pues las circunstancias del día no permiten demora alguna”.

El mismo día el Capitán General mandó a El Puerto al teniente general Manuel de la Peña con el fin de llevar a cabo el alistamiento de los voluntarios y al día siguiente, el 30, se reunió el Cabildo Municipal, formado en su mayor parte por regidores perpetuos y vitalicios, que decidió aceptar el nombramiento del marqués de la Cañada como gobernador de esta ciudad “hecho por el público”, aunque suplicaba que se diese cuenta de ello a la Real Audiencia.

En la misma sesión conoció también el Ayuntamiento el escrito enviado por el teniente general Manuel de la Peña informando de su nombramiento, en el que afirmaba que: “Noticioso el Capitán General Tomás de Morla de que los vecinos de esta Ciudad desean emplearse en la defensa de la Patria a cuyo fin piden armarse y ser dirigidos oportunamente siguiendo el ejemplo de Sevilla, Capital de la Andalucía, y Cádiz, plaza de Armas y residencia del Capitán General de la misma, ha tenido a bien comisionarme S.E. a fin de que todo se practique a la mayor brevedad y mejor orden posible, como que de esto pende el buen éxito de los deseos de este vecindario”, al tiempo que “confiado yo en su lealtad y rectos intentos y en el celo patriótico que ese Ilustre Ayuntamiento ha acreditado siempre” le instaba a “que se requiera a todo vecino estante y habitante de esta ciudad para que se tengan por llamados a la defensa del dominio legítimo de la Patria” y “que el Gobierno y Ayuntamiento en nombre de todos se sujeta al ejemplo y dirección de las altas autoridades de Sevilla y Cádiz.”.

Dictaba seguidamente una serie de medidas de carácter militar, detallando aspectos del alistamiento para el cual, en el mismo cabildo, se establecieron las mesas correspondientes, que se situaron en la ermita de Santa Lucía, iglesia de la Santa Caridad, iglesia de San Joaquín y ermita de Consolación y que permanecerían hasta el 4 de junio, abiertas de 9 a 12 de la mañana y de 5 de la tarde hasta la hora de oración.

Supo el Cabildo que en la casa del anterior gobernador, don Francisco de Vargas Vizcarrondo, quedaron documentos de la Secretaría de Gobierno, el arca de caudales del Real Pósito y la de los fondos de la extraordinaria contribución, que todo estaba abandonado “expuesto a incendio o insulto de gente imprudente” y por ello decidió que, con las formalidades debidas, se entregase al marqués de la Cañada.

El día 1 de junio se reunió de nuevo el cabildo en “general citación de convocatoria de vecinos”, eligiéndose entonces a los componentes de la Junta Particular de esta Ciudad que, presidida por el marqués de la Cañada, quedó formada por vocales de los estados eclesiástico, civil, militar, la nobleza, el pueblo y el comercio, el Ayuntamiento, un tesorero y dos secretarios.

Se constituyó inmediatamente esta Junta Particular Subalterna portuense que en su primera sesión declaró su obediencia a la Junta Suprema de Gobierno y acordó publicar el bando llamando al alistamiento y proclamas reconociendo por Soberano a Fernando VII y por Regente a la Junta Suprema de Gobierno.

Del mismo modo acordó formar un fondo de 10 mil reales de vellón aportados por los componentes de la Junta “para atender las primeras urgencias” y que cesaran todas las funciones públicas y comenzaran rogaciones por el buen éxito de las armas, la restauración de Fernando VII y su legítimo trono y la felicidad de la Patria; para la tranquilidad pública estableció rondas de milicias urbanas y aceptó las aportaciones de José López Martínez e hijos (cuatro mil pesos anuales en plata efectiva) y de Catalina del Carmen Vizarrón (1.500 reales al contado y 600 mensuales desde julio), primeras que de las importantes familias del comercio portuense se inclinaron por este movimiento patriótico.