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Vuelta de Hoja | Certificados del candidato

John McCain, candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, es más viejo que La Tana, en el supuesto de que no se trate de la misma persona. Eso lo sabe todo el mundo, incluso sus votantes, y no necesita ser divulgado. Lo que no es lícito es aprovecharse de sus íntimos calendarios. Cuando Avellaneda acusa a Cervantes de viejo, éste le contesta que en sus manos no estaba «detener el tiempo». Si bien se mira, llamarle a alguien viejo con intención de insulto sólo está al alcance de algunos cretinos algo más jóvenes. Para defenderse de ese tipo de ataques cronológicos, McCain ha difundido sus análisis médicos. Un error. Se puede tener un espléndido estado físico cuando uno se somete a ellos y no al día siguiente.

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Todos hemos conocido a viejos que aseguran que están como nunca. Quieren decir que están como siempre, pero también es mentira. Aunque hagan footing y adquieran un chándal de vivos colores, a cierta edad hay una cosa que ha adquirido una certidumbre mayor: que aquí no se viene para siempre. Aunque a algunos privilegiados no les afecte esa crisis de la esperanza que la vejez supone, hacer planes a largo plazo demuestra un optimismo sólo comparable al de los que hacen los crucigramas con tinta.

La figura del senior siempre ha sido respetada en todas las civilizaciones merecedoras de ese nombre, pero sabiendo que ese respeto iba a durar poco tiempo. La carrera a la Casa Blanca exige unas grandes condiciones atléticas y a los veteranos puede faltarles fuelle. Incluso algunos maduros, sin tirar a podridos, han llegado exhaustos a la meta. Se habían dejado todas sus fuerzas en el recorrido. McCain tiene una salud de hierro, pero la fatiga de los metales existe. Está como un roble, pero los árboles también mueren de pie.