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El vino tinto dulce, una tradición en vías de recuperación

El vino tinto dulce español, por pintoresco que suene, fue el primer vino que dio la vuelta al mundo, ya que fue el que las naos llevaron en sus bodegas en el camino del descubrimiento de América.

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Su nombre es fondillón y procede de Alicante, donde se elaboraban con las mejores uvas de la cepa Monastrell, uvas muy azucaradas con alta graduación (hasta los 18 grados), asoleadas sobre cañizos durante dos días.

Actualmente, es precisamente el Levante, la zona en la que se están recuperando este tipo de vinos que, frente a los blancos dulces, ofrecen al consumidor un vino con cuerpo, gracias al tanino de las uvas, que armoniza a la perfección con la cocina salada.

Así lo ha descubierto hoy el experto en vinos Bartolomé Sánchez en el VI Salón de los Vinos Nobles, Vinoble, que se celebra en Jerez hasta el próximo miércoles, día 28.

Para Sánchez es inevitable que tras cien años de predominio de los vinos blancos dulces, gracias al triunfo en todo el mundo del Pedro Ximenez, los vinos tintos pasaran a un segundo plano e incluso se olvidaran de su elaboración en otras regiones como Madrid.

En Madrid se producía un vino tinto de garnacha de uvas de las huertas de las actuales calles de Fuencarral y Hortaleza, alabado por escritores del siglo XVIII.

La recuperación de estos vinos, sin embargo, está muy desarrollada sobre todo en el Mediterráneo, en el Ampurdán, el Priorato, Valencia, Requena, Alicante, Jumilla, Yecla y Almería.

A estas zonas hay que sumar las experiencias de Tenerife, donde se produce vino tinto dulce desde finales de los años 90 con la variedad autóctona de Listán Negra.

Actualmente, entre los tintos dulces, los más famosos son los oportos, pero en otros lugares del mundo se elaboran también con una arraigada tradición como en Austria y en la Toscana en Italia.

No obstante, durante la cata destinada a recuperar en la memoria estos otros vinos dulces, se han probado cuatro vinos elaborados con Monastrell en el Levante, uno de Garnacha del Priorato, uno de la variedad Aleático de la Isla de Elba (Italia) y el de Listán Negra de Tenerife.

Para Sánchez, estos vinos tintos dulces armonizan a la perfección con quesos como la Torta del Casar de Extremadura o los quesos azules del Norte de España.

El experto reconoce, sin embargo, que se trata de un producto muy especial con el que el consumidor actual aún no está familiarizado y por lo que irá entrando poco a poco en las costumbres gastronómicas españolas.