Ponce ejecuta una sutil faena al más difícil de Alcurrucén en San isidro
De las dos partes de la corrida de Alcurrucén la mejor fue la primera. De esos tres toros, dos salieron propicios, pero de distinta manera: el tercero, malherido por un puyazo caído, fue pronto y noble. De él se encargó Morenito de Aranda, sustituto del mexicano Joselito Adame, para quien estaban la corrida, la confirmación de alternativa y no se sabe si toro tan a modo. Morenito toreó con buen ritmo, se encajó sin tensarse, dibujó por abajo en tandas cortas y las más veces para dentro, se adornó en un celebradísimo cambio de manos, buena muñeca, buena cintura, sucinto compás: una faena rimada.
Actualizado: GuardarCastella, desconcertado por los cambios de signo del toro de los cinco años y medio, aguantó y ligó en los medios dos tandas en redondo algo revueltas porque costaba encontrar la velocidad. Cuando el toro se perdió, no encontró la brújula el torero de Béziers. Desairado final: por un lado el toro, por otro el torero. Y una estocada caída soltando el engaño. El toro ajamonado que rompió plaza salió abanto, amagándose y frenándose también, y suelto del caballo. Hacía viento. Eso incomodó a Ponce, que abusó de los capotazos de brega en la cata y manejo del toro. En el terreno donde Ponce lo reclamó, entre rayas, el toro se puso tardo, reservón y probón, llegó a apalancarse y al atacar lo hacía echando humo. Fue porfía sin variaciones. Con la espada se negó Ponce.
Su segundo parecía pegar zarpazos. Muchos ataques, pero apenas entrega. Por tanto, toro incierto. Sólo que la faena, que intentaron reventar los detractores, se pasó de metraje. Luego hubo un quinto toro descaderado que no tuvo mal aire pero no podía con los riñones y Castella abrevió. Y, al fin, un serio toro corretón que no llegó a estallarse. En el recibo, Morenito de Aranda se acompasó con el capote en lances en línea y, en el quite, dibujó despacio y enroscándose con garbo. Ni decidido ni arrugado, ni despacio ni deprisa.
