Opinion

Eduardo Cortés Vargas

Tuve la suerte de coincidir con Eduardo en el CD Santa María cuando comenzaba a dar mis primeros pasos como entrenador justo en el mismo equipo en el que años antes había actuado como jugador, representativo este equipo del barrio de Santa María y cuya prima de fichaje era un abono del Trofeo Ramón de Carranza y las primas por partidos un «frito gaditano». Ya en aquel primer encuentro, me llamaba la atención sus ganas, su entusiasmo y sobre todo el interés que mostraba por todo cuanto estuviese relacionado con el cuidado personal de los jugadores de la plantilla, lesiones, golpes, masajes, etc.

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Recuerdo que su llegada a los entrenamientos era siempre antes que cualquier jugador, y a veces hasta antes que el propio entrenador. Lo tenía siempre todo preparado, su botiquín estaba siempre dotado de todo lo que necesitaba, incluso a veces «discutía» con el presidente, porque como él decía su «botiquín» tenía que ser el más completo y que no faltara nada, y así era, nunca le faltó nada que él pidiera. Estoy convencido de que fue el pionero de los masajistas de los equipos de fútbol de aquella época. Su única preocupación ha sido siempre que sus jugadores recibieran los cuidados necesarios para desarrollar su labor, preocupación que ha mantenido hasta el último momento en que estuvo desempeñando su labor en el Cádiz C.F. Coincidimos nuevamente en el Cádiz C.F., concretamente en el equipo B, alternando sus atenciones con otro Eduardo, Eduardo Zarzuela, buena gente también. No fue una feliz temporada, ni por los resultados, ni jugadores, sino por cosas que Eduardo, Pepe La Rubia y yo, nos llevaremos para «allá» y «allí» lo comentaremos con quien corresponda. Su entusiasmo le había llevado a adquirir mejores conocimientos (tuvo buenos maestros), Juan Soriano, (un abrazo, amigo) y Rovira (un beso desde la Victoria) y daba «gloria» ver cómo preparaba a los jugadores para los partidos, cómo recuperaba cualquier dolencia muscular en tiempo récord, ha sido un verdadero maestro, y gracias a él en algunas ocasiones se podían alinear al menos 11 jugadores, que de otra forma no hubiese sido posible.

Durante el tiempo que ha estado en activo, han pasado por sus manos, cientos y cientos de futbolistas de todas las categorías y en muchas ocasiones ha recibido la visita de profesionales que han solicitado sus servicios a espalda de sus clubes dada la confianza que les inspiraba Eduardo, y a ninguno de ellos defraudó. Ha hecho verdaderos milagros, recuperando jugadores a los que se les diagnosticaba un tiempo y él con sus cuidados reducía éste a la mitad o a menos. Ahora para matar el gusanillo, «cuida» a los veteranos del Cádiz y éstos estoy seguro, no podrían estar en mejores manos que en las de Eduardo Cortés Vargas, «El Whisky». Y por último Eduardo, debo darte las gracias por las continuas muestras de amistad que me has manifestado y las múltiples atenciones que has tenido siempre conmigo, no sólo en el aspecto deportivo, sino en lo personal, pues no puedo olvidar que después de recorrer un montón de recuperadores, subí a tu casa «a cuatro patas», pero de verdad, y salí andando con toda normalidad después de sólo unas sesiones de las «tuyas», totalmente recuperado y hasta hoy. Y eso que no tenías títulos. Ni falta que te hacen. Eduardo Cortés Vargas, gracias amigo.

Joaquín Revuelta Chica.