TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

Pero, ¿de dónde sale Bibiana Aido?

El nombramiento de Bibiana Aido como ministra de Igualdad ha sorprendido a medio mundo, incluyendo a la propia Bibiana Aido. Pero, desde luego, ha pillado con el paso cambiado a sus detractores, adversarios y rivales: apuesto a que la diputada Teófila Martínez se pedirá prime en la comisión de Igualdad del Congreso para anticipar en dicho foro los debates que presumiblemente se produzcan durante las próximas municipales en Cádiz.

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El nuevo Gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero, al menos eso entienden los analistas, tiene como fecha de caducidad la de 2010, que viene a ser el plazo tope que se ha dado Alfredo Pérez Rubalcaba para asumir la cartera de Interior. Se trata de una fecha fetiche, puesto que en dicho ejercicio nuestro país asumirá nuevamente la presidencia de la Unión Europea. Se supone que también para entonces estará medio encarruchada la crisis económica y que se habrá consolidado una nueva estrategia democrática contra ETA. Pero quedará un margen suficiente para las elecciones municipales y para que personalidades como la flamante ministra socialista pueda disputarle la Plaza de San Juan de Dios a la alcaldesa conservadora que anheló ser ministra pero nunca lo fue.

Todos los indicios apuntan a que el ministerio que Bibiana Aido asumirá de pleno derecho dentro de veinticuatro horas no será la estación término de su carrera política, que no es fulgurante por muy joven que ella sea: lleva en las filas socialistas desde los 15, ha asumido durante la última década responsabilidades internas en materia de Igualdad y briega desde hace un quinquenio en la cosa publica, primero como delegada provincial de Cultura y luego como directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Arte Flamenco. Así que resulta pintoresco, a estas alturas de la película que haya quien se plantee de dónde viene esta joven galáctica del zapaterismo. ¿De dónde va a venir? De donde tendrá que venir más temprano que tarde la renovación en las filas del PSOE, de la cantera, que haberla hayla. Los socialistas -al menos algunos-han aprendido que la gerontocracia del partido no tiene que verse sucedida necesariamente por la madurocracia, sino que valen saltos generacionales como el que se produjo ayer cuando ZP invocó su nombre.

Los despachos de agencia dirán que esta hija de Alcalá de los Gazules es hija del primer alcalde democrático de dicha población y, en la actualidad, jefe del gabinete de la presidencia de Diputación. También hablarán de sus licenciaturas en Administración y Dirección de Empresas por las universidades de Cádiz y de New Castle o de su papel en las responsabilidades institucionales que ha tenido que afrontar. Pero probablemente no se diga que, a pesar de su juventud, es interlocutora frecuente de Felipe González en sus retiros gaditanos. Sin embargo, me atrevo a presumir que esta última circunstancia no ha tenido mucho que ver con su designación para el cargo. Ni siquiera su propio partido, a escala provincial, habrá tenido mucho que ver en ello, salvando las distancias, eso sí: a Manuel Chaves, le deberá siempre, más allá de otras lealtades personales, que la colocase como segunda candidata en su lista al Parlamento de Andalucía y que la haya respaldado en todo momento desde que empezara a verla venir. Y a José Antonio Griñán, consejero de Economía y Hacienda, su incondicional apoyo, en los últimos tiempos. Pero probablemente no sea la suerte sino la oportunidad la que le ha colocado en el papel protagonista que, a escala estatal, le toca afrontar a partir de ahora: que Alfredo Pérez Rubalcaba viniera a Cádiz a suceder como candidato a Alfonso Perales no fue una idea tan descabellada como muchos pensaron. De hecho, uno de sus primeros frutos puede ser este, a raiz de que el renovado ministro del Interior no cejara de comentar en público «esa mujer es una bomba», después de comprobar cómo era capaz de medio organizarle una agenda electoral que fuera compatible con la adicción al teléfono móvil del veterano político socialista. Pero hay otras claves: su coincidencia en un mitin con Zapatero o los buenos oficios de su amiga Irene García, alcaldesa de Sanlúcar, y contertulia del presidente en sus vacaciones en el Coto, también pudieron ayudar a obrar el aparente milagro. ¿Por qué el milagro, por qué la sorpresa? Cuando Joaquín Almunia fue ministro con 31 nadie puso cara de panoli. Una prueba más de que un ministerio de Igualdad es más necesario que el comer. Bibiana Aido es una apuesta personal de Rodríguez Zapatero pero es un producto con denominación de origen, el de los socialistas gaditanos que después de tres décadas de estar haciendo historia ya empiezan a encontrar un relevo necesario. Prueba de ello es el perfil de su sustituto en la Cámara Andaluza, Samuel Rodríguez Acuña, un joven de veintiséis años, natural de Rota y del mismo perfil académico de su predecesora. Para los que empiezan a trufar los blogs con comentarios sexistas y poco documentados en torno a la flamante ministra, habrá que advertirles que la cosa parece que va en serio. Agárrense que vienen curvas.