Las protestas han llegado ya a la pronvicia de Gansú, limítrofe con el Tíbel. /AP
UNA SEMANA DE REVUELTA

Pekín reconoce que las protestas se han extendido a las provincias limítrofes con el Tíbet

Las únicas imágenes que ofrece la cadena de televisión nacional son de camiones militares cruzando calles por las que patrullan decenas de soldados

PEKÍN Actualizado: Guardar
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Las autoridades chinas han tenido que admitir la evidencia y reconocen que las revueltas se han extendido a las provincias con fuerte población tibetana vecinas al Tíbet. Sólo la capital, Lhasa, está controlada por el constante goteo de detenciones. En las últimas horas otras 24 personas se han sumado a los varios cenenares de arrestados y a las 170 que "se entregaron".

La violencia desatada en las provincias de Sichuan y Gansú está estrechamente vinculada a la sucedida en Lhasa y coordinada por la "el Dalai Lama y su camarilla", según han apuntado fuentes gubernamentales locales.

"Los hechos no fueron coincidencia sino que estuvieron coordinados. Fueron sabotajes bien organizados y premeditados cuyo ulterior motivo es perturbar los JJOO de Pekín, destrozar la paz y estabilidad, y dividir el país", ha apuntado Zhang Yusheng, portavoz del gobierno provincial de Gansú.

Detenciones masivas

El periódico oficial Tibet Daily cifra en dos docenas los sospechosos que han sido detenidos en esta provincia por "poner en peligro la seguridad nacional, golpear, destrozar, saquear y otros crímenes graves".

Como ha ocurrido en la capital del Tíbel, Lhasa, las provincias vecinas también están tomadas ahora por las Fuerzas Armadas y las únicas imágenes que ofrece la cadena de televisión nacional es la de camiones militares cruzando calles por las que patrullan decenas de soldados.

La prensa extranjera tiene el acceso vetado no solamente al Tíbet sino a esta provincias vecinas, como Sichuan, Gansú o Qinhai, por lo que las informaciones directas son muy difíciles de obtener.

Sin cifras nuevas de muertos

El Gobierno chino mantiene que 325 personas resultaron heridas en Lhasa durante los altercados de hace una semana y cuantific los daños materiales en 18 millones de euros. El último recuento cifra daños en 422 tiendas, seis hospitales, siete escuelas y 120 viviendas particulares, además de 84 automóviles incendiados.

En esos enfrentamientos, fuentes oficiales de Pekín aseguran que murieron 13 "civiles inocentes", mientras que el gobierno tibetano en el exilio sostiene que fallecieron alrededor de un centenar de personas en la represión de las fuerzas de seguridad chinas.

El Dalai Lama, dispuesto a reunirse con las autoridades chinas

En medio del cruce de acusaciones entre el Gobierno chino y el Dalai Lama, el líder espiritual de los tibetanos se ha mostrado a favor de iniciar conversaciones con las autoridades chinas para poner fin a la ola de violencia.

"La comunidad internacional debe actuar para pedir a China que dialogue y cese así la violencia en el Tíbet. No se trata de una intervención, sino de usar la persuasión", ha explicado el portavoz del Dalai Lama.

También el primer ministro chino ha reiterado su disposición a dialogar aunque ha puesto como condición que el Dalai reconozca que el Tíbet es parte de China.

El líder budista tuvo que huir de la capital tibetana tras su fracasada rebelión de 1959 contra el mandato chino, y desde entonces vive exiliado en la localidad india de Dharamsala, en pleno Himalaya.