VUELTA DE HOJA

Pasarse de la raya

Los tramposos están previstos. A muchos se les ve el plumero y las numerosísimas entidades bancarias cuentan con ellos para hacer cuentas. Podrían prestar el dinero a un precio menor si no hicieran el cálculo pitagórico de los morosos. Ocurre lo mismo, salvo que en menor escala, en los grandes almacenes, que también podrían vender más baratas las prendas si no contaran con los ladrones. En realidad todas las personas decentes se ven obligadas a pagar un impuesto que no existiría si todas lo fueran. Por vez primera desde hace seis años la morosidad supera en España el listón del uno por ciento, pero no cabe duda de que tiene un gran futuro.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nos estamos pasando de la raya y no es del todo cierto eso de Oscar Wilde de que el dinero sólo interesa a quienes piensan pagar sus deudas. Le interesa, en igual medida, a quienes piensan cobrarlas. Ambas cosas se están poniendo difíciles.

En unos casos porque abundan los desahogados y en otros porque crecen los que están con el agua al cuello. El FMI y la OCDE no han tenido más remedio que reconocer que la crisis tiene mayor tamaño del que aparentaba, vista de lejos. Las bolsas europeas experimentan grandes caídas, pero lo peor es que les cuesta mucho trabajo levantarse.

Lo que da una idea más exacta de la situación es que IU pueda verse obligada a vender su sede en Madrid y que haya cola para alistarse en las Fuerzas Armadas. Al pueblo lo pueden desahuciar de la Casa del Pueblo, por un lado, y en los cuarteles se puede poner, junto al letrero de Todo por la Patria, otro que diga Completo.

Que nadie pregunte qué hay que hacer: aguantar y volver a la realidad que es una señora muy desagradable, pero muy respetable. Nos creíamos que éramos los Albertos, pero nos han quitado las gabardinas.