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La OTAN mantiene divergencias sobre el alcance de la nueva ampliación

Albania, Croacia y Macedonia serán socios, pero Estados Unidos quiere a Ucrania y Georgia

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La OTAN tiene una nueva ampliación en ciernes pero los aliados europeos y Estados Unidos discrepan sobre su alcance.

Este jueves tuvo lugar en Bruselas un Consejo Atlántico a nivel de ministros de Exteriores, que no contó con la presencia del titular español de la cartera, Miguel Ángel Moratinos, a quien sustituyó el secretario de Estado Bernardino León.

La reunión, de carácter extraordinario e informal, estaba convocada para preparar la próxima cumbre de Jefes de Estado o de gobierno de la organización aliada, que tendrá lugar en Bucarest a comienzos del próximo abril.

Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la Alianza manifestaba en una comparecencia ante los medios informativos, inmediatamente antes del comienzo de la reunión, que «hasta ahora habíamos dicho siempre, y con justeza, que era demasiado pronto para discutir la adhesión de Albania, Macedonia y Croacia. Pero ha llegado la hora de hacerlo, cuando nos encontramos a pocas fechas de (la cumbre de) Bucarest».

Que bajo presión esencialmente norteamericana la OTAN de los 26 socios actuales va a convertirse en una Alianza de 28 ó 29 socios a la vuelta de unas pocas semanas es un hecho asumido. Washington prosigue con su política de implantación en los Balcanes, a la que responde el reconocimiento de Kosovo, y la asimilación de los endebles Estados de la región constituye un paso más en esa estrategia.

Obstáculos

Ayer, en el Consejo Atlántico, sin embargo, esos planes tropezaron con dos obstáculos de talla aún por dilucidar: Grecia, por un lado, advirtió que no aceptará la entrada de Macedonia en la OTAN con ese nombre, que considera usurpado a su patrimonio patronímico; y, en segundo lugar, varios países europeos, entre los que se encuentra España, ven con recelos los propósitos de la Casa Blanca de ampliar la operación, en esta fase o en una inmediatamente posterior, a Georgia y Ucrania. Washington lo ve con buenos ojos pero Alemania, Francia, los Países del Benelux y España experimentan reservas al respecto y lo dijeron ayer en Bruselas.

De Hoop Scheffer aseguraba que Albania, Croacia y la Antigua República Yugoslavia de Macedonia (ARYM), el nombre provisional con el que fue admitida en las Naciones Unidas en 1993 precisamente por la disputa con Grecia a cuenta de la denominación, «han trabajado duro, en el marco del Plan de Acción de la OTAN para la adhesión, para satisfacer los estándares que la Alianza impone a sus miembros».

Dora Bakoyanis, la ministra griega de Exteriores, reiteraba ayer que Atenas no está dispuesta a dar su brazo a torcer en su reivindicación del nombre de Macedonia para su propio territorio (una de sus provincias lo ostenta), y la secretaria de Estado de EE.UU., Condolezza Rice, reconocia, como De Hoop Scheffer, que la organización aliada actúa por consenso en estas cuestiones.

En cuanto a Georgia y Ucrania, las dificultades parecen, a primera vista, de mayor entidad. Los socios europeos referidos no ven claro que convenga retar abiertamente al Kremlin, ofreciendo la condición de candidatos a dos países que formaron parte íntima de la órbita soviética, y que constituyen, aún hoy, una zona clara de influencia para Moscú.