tradición e innovación

Tiene cara de simpático y lo es. Ezequiel Benítez es un chico sencillo, de barrio (nada menos que de Santiago) que está recorriendo los escenarios españoles gracias al torrente de voz que emana de su garganta. Esta noche demostrará su talento en la Bodega de Los Apóstoles, dentro del ciclo Cantaores. La de hoy será una actuación especial porque aprovechará para poner en escena «los cantes más tradicionales y ortodoxos que voy a grabar en mi primer disco. Saldrá en abril», reveló ayer el joven cantaor jerezano.

Siendo hijo del flamencólogo Alfredo Benítez, su contacto con el arte jondo fue temprano aunque no fue hasta los catorce años cuando se subió por primera vez a un escenario. Y desde aquel día hasta hoy recorre el camino de los cantaores de altura. En su recital de esta medianoche habrá «soleás, cartageneras, fandangos de Huelva pero sin el estilo de Huelva, tangos que recuerdan a la Niña de los Peines y a Tío Borrico y bulerías de Jerez. Pero todas las letras serán nuevas, estrenaré los temas de mi disco en el Festival de Jerez».

Ahora se ha trasladado a vivir a Madrid, lejos de su barrio natal de Santiago, pero lo está aprovechando bien: «Atravieso un momento de mi vida en el que estoy descubriendo cosas de mí mismo que no conocía y lo estoy llevando todo a mi forma de cantar».

No le ha dado tiempo a desarrollar una carrera amplia debido a su juventud, pero sí intensa. En 1997 ganó el primer premio de Jóvenes Valores de Jerez y en 2001 fue merecedor del Yunque Flamenco de Cataluña además de quedar finalista del concurso de Jóvenes Intérpretes de la Bienal de Sevilla. Dicen de él que es un cantaor original porque sus letras e ideas flamencas son de su propia cosecha.

El recital de Benítez precederá al de Antonio Malena, que prestará especial atención «a los cantes de la tierra».