A LA ESPERA. El intérprete desea «regresar a la normalidad». / EFE
Cultura

Los Oscar de Bardem

El actor español es la principal atracción de una gala sin favoritos marcada por el desencanto político

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Apunto ha estado Javier Bardem de no pisar esta noche la alfombra roja del brazo de su madre Pilar. El primer actor español que puede ganar un Oscar -y el único dos veces nominado- respiró con alivio la pasada semana, cuando los guionistas llegaron a un acuerdo para poner fin a tres meses de huelga. La 80 edición de los Premios de la Academia podría haberse convertido en una escueta rueda de prensa, a semejanza de los Globos de Oro. Sin audiencia para el canal ABC. Sin el glamour aportado por las estrellas, que han cerrado filas en torno a los guionistas. La unidad de los actores alerta de la inminente negociación de su convenio.

Javier Bardem aporta el único elemento de tensión a una gala que destilará simpatías demócratas en campaña electoral. George Clooney lucirá un brazalete con el nombre de Obama, y el presentador de la ceremonia, Jon Stewart, crucifica a diario a Bush en su noticiario satírico The Daily Show. Sólo ha habido una semana para escribir los chistes. 40 millones de espectadores aguardan la fiesta por excelencia del show business, que en nuestro país retransmite Canal Plus a partir de las dos y media de la madrugada.

La estatuilla al mejor actor secundario ya tiene dueño si sumamos la ristra de premios de Javier Bardem. Al demoníaco y eficaz matón de No es país para viejos sólo puede inquietarle Hal Holbrook, que a sus 83 años conmueve hasta el llanto con su papel en Hacia tierras salvajes. El Oscar culminaría medio siglo de carrera. Y si Bardem nos da un disgusto, queda el donostiarra Alberto Iglesias, candidato por segunda vez gracias a la música de Cometas en el cielo. Por desgracia, el italiano Dario Marianelli le aventaja al conseguir el Globo de Oro por la banda sonora de Expiación.

Temas escabrosos

El cine de los grandes estudios ha vuelto a quedar relegado de las principales categorías. Sin un claro favorito, los cinco filmes protagonistas podrían aspirar a los Premios del Cine Independiente. Reflejan un sombrío estado de cosas. Un país en guerra hundido en el pesimismo, que revisa su realidad con espíritu crítico. No es país para viejos ha llegado a la meta con sorprendente ventaja. Los hermanos Coen revisitan la Historia de Estados Unidos desde la frontera y la violencia, desde los territorios míticos del western. El superdotado Paul Thomas Anderson se atreve en Pozos de ambición a hurgar en las entrañas del capitalismo, en el motor de una América cuyos engranajes lubrica el petróleo y la sangre. Las corruptas corporaciones a las que se enfrenta George Clooney en Michael Clayton diseñan las mismas guerras donde languidecen los protagonistas de Expiación. Y hasta las comedias domésticas osan abordar temas tan escabrosos como el embarazo adolescente. La sabihonda protagonista de Juno lo tiene más claro que la pareja de treintañeros a los que alquila su vientre. El desencanto también ha llegado a los barrios residenciales con 4X4 en la puerta. Así que menos mal que nos queda Bardem.