PLANTEAMIENTO. Calderón reparte los petos a los titulares que hoy jugarán ante el Alavés. / ROMÁN RÍOS
Cádiz C.F.

En busca de la tranquilidad

El Cádiz debe ganar al Alavés sino quiere verse merodeando los puestos de descenso a Segunda B Calderón sacará de inicio a los tres fichajes invernales para cambiar la cara a un equipo en crisis de identidad

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Carranza alberga a partir de las cinco de la tarde de hoy el primer encuentro limítrofe entre el sopor y la desilusión. La marcha y la imagen del equipo no da para más y sólo una súbita transformación de los de Calderón podría cambiar el destino de un once condenado a aburrir al personal instalándose en la zona media de la tabla dada su terrible irregularidad. Y lo que es aún peor, el hastío se ha generalizado en una afición que acude a Carranza por cumplir con el dinero que se gastó allá por verano pensando en un ascenso. La relación equipo-afición no pasa por sus mejores momentos y eso se nota en los desplazamientos, donde los jugadores cadistas ya no están siendo acompañados por esa patulea de gente incondicional que aplaudía hasta un saque de banda.

Puede que los últimos años de logros hayan malacostumbrado a esa afición que de la noche a la mañana ha pasado de popular a sibarita. De acudir al estadio a sufrir con los de amarillo a examinarles en cada movimiento. Algo así como del circo a la ópera. Y claro, estos jugadores no tienen la talla suficiente, salvando contadísimas excepciones, como para poder convivir con una presión de tal calibre. Desde que en el vestuario se instaló la máxima de ascender sí o sí (maldita la hora y el lugar -Getafe- en el que Muñoz lo prometió), los jugadores han dado claras muestras de una debilidad psicológica alarmante y que el pasado domingo en Salamanca llegó a su mayor expresión. Un error en la marca en el minuto 88 significaba la pérdida dos puntos inmerecidos en El Helmántico de la misma manera que hacía saltar por los aires esa armonía que -dicen- se respira en el vestuario cadista.

Una acalorada discusión y algo más que palabras en el interior de la caseta motivó que salieran a la luz las dudas que generó en el equipo el planteamiento diseñado por Calderón para afrontar dicho encuentro. Afortunadamente, la semana ha servido para que las aguas vuelvan a su cauce y el equipo ha vuelto a recuperar la imagen de plantilla unida.

Y es que nada como una gran discusión para decirse cuatro cosas a la carita y zanjar las disputas por el bien de un vestuario que anda encorajinado, precisamente, porque se dude de la unidad que dicen tener. El caso es que esta semana ha servido para unir de nuevo a un bloque resquebrajado y que, como mejor remedio, han llegado a la conclusión que nada mejor que conseguir victorias para que el final de Liga el vestuario no se convierta en aquello de la Bernarda.

Piden unión

Y para ello, los capitanes han cumplido con su misión y no han dudado en pedir la unión de todas las fuerzas para entregárselas a un entrenador imberbe pero con patente de corso dada por la directiva para hacer y deshacer a su antojo.

A 9 puntos del tercer clasificado, el Cádiz no tiene más remedio que ir pasito a pasito. Calderón lo sabe y cree que la mejor forma posible para volver a darle al equipo estabilidad y equilibrio es confiar a Diego Rivas y Fleurquin la manija del juego y el control del medio campo. Estarán ayudados en las bandas por Kosowski -que debuta como titular en Carranza- y Gustavo López, el más optimista de un equipo que piensa antes en atar la permanencia que en luchar por un utópico ascenso. Como segundo delantero y principal aliado de Bangoura en su pelea con el gol volverá a estar Natalio, ese jugador que promete convertirse en el Pablito Hernández del año pasado. Desde atrás, Koke Contreras espera y desea encontrar en De la Cuesta y César esa pareja de centrales que se consolide por el bien de una defensa que no ha conseguido asentarse en lo que va de temporada. Cristian y Gonzalo Vicente repetirán en los laterales.

Cádiz y Alavés, dos equipos con parecidas trayectorias, se medirán en un encuentro que repartirá tranquilidad a aquel que consiga los tres puntos. El empate, en el caso del Cádiz, no serviría más que para crispar más un ambiente ya de por sí enturbiado tras los últimos resultados. Una victoria, en cambio, llevaría al once amarillo esa estabilidad tan necesaria para un equipo que no consigue salir del vaivén en que se ha convertido esta temporada.

Con dos puntos más que el rival de hoy, el Cádiz no puede permitirse el lujo de verse doblegado por el once vitoriano. Entre otras cosas, porque el discurso sería muy diferente al que todavía se agarran algunos de los más optimistas. Y si el ambiente está enrarecido con el solo hecho de verse alejado del ascenso debe ser insostenible si al equipo le da por merodear los puestos de descenso.

Para que eso no ocurra, el Cádiz debe hacer bueno, o menos malo, el empate en Salamanca con una victoria ante el Alavés que le cambie la dinámica a un equipo que lleva sumado dos puntos de los últimos doce posibles.