GOTAS DIMINUTAS. Fran Comes, de siete años, con sus padres Eva y Francisco, ayer tras una sesión de quimioterapia en el hospital Puerta del Mar de Cádiz
CÁDIZ

Los soldados malvados del pequeño Fran

Dos de cada cien nuevos enfermos de cáncer son menores de 30 años, como Francisco Comes, que sufre leucemia

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Fran abre los ojos despacio en su habitación de la séptima planta del hospital universitario Puerta del Mar de Cádiz. El aparato al que está enganchado desde hace más de media hora le deja planchado en la cama. Diminutas gotas de medicamento que parecen entrar como losas en su pequeño cuerpo de siete años. Le pesan los párpados. «Es por la quimioterapia», explica su madre, Eva Moreno, de 30 años. «Le provoca cansancio, le duelen las piernas y a veces se enfada sin razón. También le causa una ansiedad enorme. Ahora por ejemplo le ha dado por comer sólo yogur y espagueti con tomate... ¿verdad Fran?», pregunta con una sonrisa. Y devuelve la mirada a la cama donde el pequeño ha pasado buena parte de la mañana terminando los deberes de la escuela.

Un cáncer maligno se ha cebado con la sangre de Fran. Sufre leucemia desde que cumplió dos años y medio. Sus padres tratan de convencerle de que éste es sólo otro día normal. Que las batas blancas y las agujas no le ganan la batalla a los juegos y tareas escolares. «Aunque él sabe de sobra todo lo que le pasa. Que su sangre está enferma. Que los soldaditos de su cuerpo son un poco gamberros, pero que los médicos tratan de ayudarle..., ¿verdad Fran?», vuelve a preguntar Eva.

De los más de 150.000 nuevos casos de cáncer que se diagnostican cada año el España, cerca de 3.000 (2%) es a niños y jóvenes menores de 30 años, según el último informe de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). De ellos, la leucemia, el tumor maligno que afecta a las células linfáticas de Francisco, se cuela en la sangre de unos 13.000 españoles, según los datos de 2005, y afecta a más de tres millones de ciudadanos europeos.

Los linfocitos (células plasmáticas originadas en la médula ósea) son clave para asegurar la defensa inmunológica de nuestro cuerpo, y asegurarnos de que es capaz de protegerse ante las amenazas, en forma de virus o enfermedades, que le llegan del exterior. Pero estos «soldaditos» funcionan mal cuando se desordenan y comienzan a crecer y dividirse de forma incontrolada. El mecanismo que controla estas divisiones se estropea, y las células dañadas pueden empezar a invadir nuevos órganos y que en el caso de las leucemias llegan hasta la médula.

La coordinadora de la AECC en Cádiz, Cristina Santos, explica que el apoyo a las familias de estos pacientes es también una parte importante del trabajo con los enfermos. «Igual de importante que poder explicar a los pequeños qué es l o que les ocurre dentro de su cuerpo», afirma Santos, que utiliza su formación como médica para lidiar con los cientos de pacientes que acuden cada año a la sede de la asociación en Cádiz. Allí Sánchez, además de dar consejos sobre la ayuda psicológica que necesitan, traduce decenas de informes de especialistas escritos muchas veces en un lenguaje que resulta farragoso y poco legible si uno no domina la jerga médica. «Tratamos de apoyar la labor del Servicio Andaluz de Salud, y llegar allí donde a veces es difícil llegar», explica. Entre sus faenas diarias se cuela la asistencia a domicilio. Unos 150 pacientes de Cádiz y San Fernando fueron atendidos en sus casas por los voluntarios de esta asociación, durante el pasado año 2007.

Cocodrilos de color

En la séptima planta del hospital Puerta del Mar la veintena de niños que ocupan sus habitaciones han llenado las paredes de cocodrilos de plastidecor. Y caretas coloreadas con acuarela cuelgan de las columnas. De todos ellos Fran es el único con esos bichitos en la sangre. Si el tratamiento con células madre (capaces de convertirse en cualquier otro tejido) no funciona, sus padres se harán pruebas para convertirse en posibles donantes de médula para su pequeño, ya que la de Fran está plagada de «soldaditos malvados». Y estos guerreros microscópicos no son ni de lejos tan divertidos como el gato azul y rechoncho Doraemon, ese personaje del tebeo manga del que Fran piensa disfrazarse cuando llegue el primer fin de semana de Carnaval.