«Los que fuimos malos jugadores solemos ser buenos entrenadores»

-Es usted entrenador, pero es de suponer que antes de estar en el banquillo habrá sido jugador.

-Efectivamente, pero de eso ya hace tiempo, porque dejé de jugar hace 25 años. Jugaba de escolta en el Club Baloncesto Jerez y la verdad es que nos ganaban siempre. Recuerdo un partido contra el Cádiz que nos venció por cien puntos. Todavía me acuerdo del marcador: 131-31.

-¿En qué etapa pasó de jugador a entrenador?

-Dejé de jugar con dieciocho años e inmediatamente me puse a entrenar. He dirigido a muchos equipos desde entonces: Club Baloncesto Jerez, La Salle, Salesianos, Marianistas, Juventud 92... y ahora los cadetes del Canasta Jerez.

-¿Y qué le gusta más? ¿Jugar o entrenar?

-Me quedo con la faceta de entrenador, porque como jugador era bastante malo. Es curioso; los que hemos sido malos jugadores solemos ser buenos entrenadores. Y ejemplos hay muchos. Mira Pepu Hernández. ¿Quién lo conoce por su etapa como jugador? Sin embargo ha ganado un Mundial. Lo mismo digo de otros como Manel Comas o Joan Plaza, por citar a dos más.

-¿La diferencia del baloncesto jerezano de antes al de ahora es quizás su profesionalización? Principalmente, por tener ahora a un equipo como el Canasta en Liga LEB.

-Quizás sí, pero sigue el problema de antaño, que a pesar de eso, no llegan apenas canteranos al primer equipo. En el Canasta de Liga LEB sólo tenemos a dos jerezanos y supongo que eso se debe, y ahora hago un poco de autocrítica por la parte que me toca, a que no somos capaces de trabajar bien con la cantera.

-Entrena a los cadetes del Canasta. ¿Una edad difícil tal vez?

-La verdad es que sí, porque esta es la edad de los primeros botellones, las novias Tienen las hormonas muy alteradas y se distraen con facilidad. Luego, cuando llegan a juveniles ya se centran más.

-Y en la Liga, ¿qué tal les va?

-No muy bien, porque vamos últimos. Pero este pasado fin de semana conseguimos la primera victoria de la temporada y tenías que haber visto la alegría de la plantilla. Parecía que habíamos ganado la Copa, me pusieron de agua hasta arriba.