Opinion

Vendiendo lo nuestro

Dirán ustedes que estoy muy apocalíptico últimamente, aunque quien me conoce ya sabe que mi visión sobre el futuro de nuestras hermandades y cofradías no es muy halagüeño precisamente. De hecho, he llegado a escuchar a algún sacerdote de primer nivel comentar que estamos asistiendo en estos momentos al principio de una nueva persecución a los cristianos. No en vano, es nuestro propio prelado, don Juan del Río, quien ha recordado en más de una ocasión la necesidad de que alcemos la voz, de que digamos alto y claro las cosas; la necesidad de que abandonemos la oscuridad de las sacristías.

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Pues en ello ando, mi admirado don Juan, créame. Y sé que no estoy sólo. Desde los medios de comunicación llevamos tiempo denunciando la invasión sin escrúpulos de algunos sectores en las cofradías de la ciudad, y la pasividad de nuestros dirigentes cofrades ante tanta exigencia. Porque no se puede consentir que los hosteleros nos impongan o sugieran la hora de salida de nuestras cofradías, por ejemplo.

Permitan que les hablé aquí como hablamos en los bares, sin entrar en cuestiones más profundas por un segundo. Montamos entre todos una de los mayores espectáculos que se pueden ver en la ciudad. Turísticamente hablando, creo que sólo la Feria del Caballo atrae más personal que nuestra Semana Mayor. Jugamos con nuestro patrimonio poniendo en la calle todos nuestros enseres, para que un bárbaro le tire (y esto es real, créanme) un cubata en el dorado, o en el manto. Y todo esto, lo hacemos por fe, por devoción, por creencias personales que en la mayoría de las ocasiones, nos han costado el tiempo, el dinero y hasta mucho más.

Así que dejen de jugar con nosotros, de una santa vez. Que no somos nosotros los que les pediremos un cinco por ciento de lo que ganen en la barra desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, ni los que le pedimos dinero para pagar las costosas reparaciones y mantenimiento que una hermandad genera. Vamos a respetarnos y a entendernos, y disfrutemos todos juntos de una de las semanas más rentables de todo el año, tanto espiritual, como económicamente.

Y luego, les prometo tomarme una cerveza a su salud.