Editorial

Peligrosa célula

La desarticulación en Barcelona de una célula de 14 personas presuntamente vinculadas con el terrorismo islamista y la incautación de diverso material apropiado para fabricar explosivos corrobora las sospechas sobre la existencia de tramas yihadistas activas en la geografía española y certifica el marcaje de los cuerpos y fuerzas de seguridad sobre esta amenaza. El hecho de que el núcleo de los detenidos perteneciera a la comunidad pakistaní en Cataluña, cuyo tradicional hermetismo dificulta enormemente la acción policial, incrementa el valor de la neutralización de esta célula.

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Y mas aún en tanto que, a juzgar por las informaciones iniciales, sus integrantes habían dado ya el paso del radicalismo ideológico a una fase de activismo terrorista y preparaban atentados en la capital catalana. Con todo, las informaciones que apuntan a una intervención un tanto precipitada de la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia reventando una operación que la Policía Nacional no consideraba aún madura, ensombrecen una brillante actuación antiterrorista y de forma difícilmente explicable por la existencia de mecanismos de coordinación que deberían facilitar la conjunción de los esfuerzos de los diferentes cuerpos. Si la falta de cooperación policial ha tenido su origen en la competencia profesional y la pugna por apuntarse un éxito de unos especialistas en detrimento de otros grupos de lucha antiterrorista, tanto los responsables policiales como la cúpula ministerial deberían abrir una investigación interna para determinar, no tanto si la operación se ha cerrado o no con precipitación, como para conocer el punto donde han fallado los mecanismos de ajuste, esenciales para maximizar el esfuerzo de unos cuerpos de seguridad que han demostrado sobradamente competencia y profesionalidad.