RITUAL. Un chií se corta el cuero cabelludo en Bagdad durante la celebración de la Ashura. / AFP
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La violencia resurge en Irak y deja 70 muertos en la fiesta chií de la Ashura

Un grupo de miembros de una secta mesiánica perecen en combates con la Policía

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La sangre tiñó de rojo la fiesta chií de la Ashura, en la que resurgió de nuevo la violencia que invade Irak. Los actos para conmemorar la muerte en el año 680 de Hussein, nieto de Mahoma y tercer imán del chiísmo, sirvieron de trágico marco para que 71 personas perdieran la vida en diversos ataques y altercados. La mayoría de los fallecidos, pertenecientes a una secta mesiánica chií, perecieron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad iraquíes.

Las sureñas localidades de Nasiriya y Basora han presenciado los más duros enfrentamientos armados entre las tropas conjuntas y la secta mesiánica en medio de las festividades religiosas. Uno de los ataques más graves se vivió en Nasiriya, donde al menos 29 chiíes fallecieron. Y la cosa no se quedó ahí, ya que ayer la batalla se reanudó con el lanzamiento de una operación de búsqueda llevada a cabo por el Ejército y la Policía iraquí.

Las fuerzas de seguridad rastrearon metódicamente varios edificios en el barrio de Al-Salhiya, donde se habían refugiado los miembros de la secta mesiánica. Militares estadounidenses rodearon toda la zona sin tomar parte en los enfrentamientos. Finalmente, los responsables de la muerte de dos policías y dos adolescentes de unos 15 años que actuaron de francotiradores, fueron detenidos.

El Gobierno iraquí no dudó en calificar estos nuevos enfrentamientos de «plan criminal» dirigido por «un grupo marginal que actúa bajo el pretexto de la religión» para desestabilizar las provincias del sur del país. Este nuevo episodio de violencia coincide con el final y punto álgido de la Ashura, una de las principales celebraciones del chiísmo, la religión mayoritaria en Irak.

Ataque a un restaurante

En el último día de las conmemoraciones al menos siete personas murieron y otras 17 resultaron heridas en un ataque contra decenas de chiíes que conmemoraban la fiesta religiosa, en el norte de Irak. Las víctimas se produjeron tras estallar un proyectil katiusha cerca de decenas de chiíes congregados para la ocasión en el barrio Al-Jadra de la ciudad de Tel Afar, a unos 500 kilómetros al noroeste de Bagdad.

La violencia no se pudo reprimir pese al despliegue de medidas de seguridad con motivo del día grande. De hecho, también una persona murió ayer y otras cinco resultaron heridas tras estallar un artefacto explosivo en un restaurante en Bagdad. El atentado tuvo lugar en el popular establecimiento Alaa Abú al-Sharbat, ubicado en el populoso distrito chií de Madinat Sadr. A su vez, patrullas policiales hallaron dos cadáveres de personas asesinadas a tiros en la capital iraquí, que no portaban identificación.

Estas masacres no evitaron que millones de chiíes conmemorarán una jornada más de recuerdo y duelo en la que creyentes y no tan creyentes revivieron el martirologio de Hussein. La ciudad santa de Kerbala, lugar donde se encuentra el mausoleo de Hussein y la máxima expresión de la festividad, acogió ayer a unos dos millones de peregrinos. Las trompetas y tambores resonaron al alba alrededor de las mezquitas del Imán Hussein y de su medio hermano Abbas, para anunciar el inicio de las procesiones y plegarias.

La Ashura, marcada por ceremonias expiatorias, como la autoflagelación de los fieles, que se azotan el torso con cadenas mientras desfilan por las calles abarrotadas de peregrinos, fue de nuevo autorizada en 2003, tras la caída del régimen de Sadam Hussein. Desde entonces, cada festividad se convierte en un auténtico baño de sangre.