Artículos

Caridad

La Sexta estrenaba hace unos días una serie documental que perfectamente podía pasar a la historia de los grandes tropezones televisivos. Se llama Gotas de vida y en principio se tenía que emitir los miércoles a las diez de la noche. La audiencia de esta primera entrega fue bajísima. Aquí dijimos que semejante desdén del público no era justo, y lo mantenemos: este programa está bien hecho y cuenta cosas interesantes. El planteamiento puede resumirse así: el planeta está cruzado por una serie de fracturas que imponen enormes desigualdades entre unos países y otros, unas personas y otras, y en las paredes de esas grietas afloran historias que vale la pena contar; historias sentimentales narradas con conciencia social para que a la gente no se le duerma el corazón. Belén Rueda pone rostro a estos relatos y la cámara nos lleva a Palestina, Australia, India, Mozambique y otros lugares donde la gente intenta sobrevivir lo mejor que puede.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Que este planteamiento haya descolocado al espectador de La Sexta es algo que no puede sorprender. Uno no puede montar una cadena presentándola como el canal del cachondeíllo y la risa floja y luego pretender que la gente le haga caso cuando se pone concienciada y solidaria. Aquí La Sexta tiene un problema que le va a costar superar, y es que su imagen corporativa tiene limitaciones muy estrictas. Otro aspecto del asunto es la cualidad del programa en cuestión, planteado como una tetralogía de inspiración barojiana, pero resuelto con demasiadas dosis de moralina elemental. A la caridad de tipo eclesial se le reprochó en su día que se limitaba a poner parches y no resolvía las razones estructurales de la pobreza. A esta otra caridad de tipo televisivo se le puede reprochar que se limita a poner en escena el sufrimiento ajeno sin otro objeto que remover la emotividad del público y dorar la imagen (o sea, el caché) de las estrellas del espectáculo. Aun así, más vale eso que nada, y la mera exhibición de las dificultades del prójimo debería ser suficiente para que el público reflexionara sobre como vivir mejor. Pero, claro, para eso tiene que haber público.