Un puente emblemático

El puente azul de la Florida lleva soportando el peso del tráfico desde se construyera en el primer cuarto del siglo XX. No se entiende a La Barca sin su puente azul, al final del pueblo, dando el salto de una orilla a la otra del río Guadalete.

El puente se hizo antes que el pueblo, que toma el nombre de La Barca porque precisamente era el lugar por donde pasaban en barca transeúntes, rebaños de ganado y materiales. La Florida lo hereda de que en las ricas tierras de la ribera del río estaba asentada una finca con este nombre. Después vino el pueblo, que fue construido en los años cuarenta por el Instituto Nacional de Colonización.

La zona tiene el privilegio de ser centro de caminos para muchos, nudo de conexión para distintos puntos de la provincia y zona de ricas tierras donde el cultivo es la actividad fundamental de las gentes que viven. Familias enteras de otras zonas de Andalucía que vinieron a construir una nueva vida tras los desastres de la guerra.

Antonio baja al puente todas las mañanas para cruzarlos e ir al otro margen del río. «Hay que tener cuidado porque esto ya no es lo que era. Antiguamente, si pasaban cinco coches ya nos preguntábamos en el bar del pueblo que qué pasaría para que hubiera tanto tráfico en el día. Ahora, fíjate, no paran de pasar camiones, coches, ambulancias y motos», comenta con cierta melancolía. Pasa Antonio cada mañana por el puente para llegar a la venta Cuatro Camino. Allí lee el periódico y tras darse un vasito al coleto vuelve al pueblo. Con mucho cuidado porque «algunos pasan como locos por el puente», asevera.

Un modelo

Pero antes de que Antonio llegara al pueblo a buscarse la vida con su familia, ya el puente estaba puesto en pie. Una infraestructura de hierro remachado en todas sus terminaciones que hoy es una joya de la ingeniería de otros tiempos, y un modelo a seguir por su resistencia al paso de los años.

Pero a pesar de ser una reliquia de otros tiempos, lo más significativo del viejo puente azul de La Barca de la Florida es que es un emblema de la bonita y fértil pedanía jerezana.