EL RAYO VERDE

Altas expectativas

He seguido con un interés inusitado los caucus de Iowa. Los perfiles, aunque a trazos gruesos, de los candidatos principales, el aire cinematográfico de las puestas en escena, la incertidumbre del resultado, sobre todo, atraen de una manera inesperada, entre el jaleo de las compras navideñas, y no sólo porque sabemos que lo que ocurra el primer martes después del primer lunes de noviembre en los USA nos importa a todos. Un afroamericano, una ex primera dama, un pastor baptista, un mormón, pugnan por hacerse con la candidatura a la presidencia por parte demócrata o republicana, y todo tiene un aire sutil de telefilme bien rodado, con personajes que se parecen, en general, a varios actores de Hollywood a la vez.

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Anoto con sorpresa mi atención personal por los caucus de Iowa porque tenemos encima nuestro propio proceso electoral, incluso duplicado -regional y nacional-, que se presenta también competido, pero está exento de ese aura de glamour que despiden los candidatos yanquees, o de ese interés o cercanía que, me parece, no sólo tiene que ver con su aspecto plástico, sino sobre todo con la imagen de estabilidad, de normalidad, de 'fair play' que revisten. Es posible que sea efecto de la distancia, de la falta de datos acerca de los matices finos del debate político - porque navajeo y errores de procedimiento haberlos, haylos, no hay más que recordar el pasado proceso electoral que dio a Bush hijo la presidencia más terrible-, pero la campaña americana atrae, y eso es incontestable.

Estamos ante varios hechos históricos, claros signos de cambio: las serias posibilidades de un candidato negro, o afroamericano que es políticamente más correcto; las aún considerables opciones de una mujer, ex primera dama por demás, Hillary Clinton, son evidencias de que algo se mueve en la base, tanto que ha emergido a la política, siempre por detrás de la vida de la gente. Ambos marcarían récords: el primer negro, la primera mujer en llegar al despacho oval. En frente, en el bando republicano, los datos llamativos van por otro camino, dada la victoria en Iowa de un pastor baptista, Huckabee, ante un destacado mormón, Mitt Rommey, y parece que lo neocon ha mudado en teocon, de manera que, en pleno siglo XXI, las creencias, la fe, lo divino, se convierten en un arma electoral. Algo de esto suena irremediablemente cercano.

Nuestras elecciones son más leves, pues se resolverán en marzo; más sencillas, pues los candidatos son elegidos en las asambleas internas de los partidos, y de una manera nada apasionante. En lo que sí coinciden los dos cuadros de situación es en la incertidumbre de los resultados, ingrediente esencial, por otra parte, del interés popular. Las encuestas hablan hoy por hoy de un empate técnico entre PSOE y PP, si bien se otorga una ventaja a los socialistas, pero su mayor intención de voto no será nada si no logran motivar al sector más indeciso del electorado, y parece que la izquierda está más desmovilizada que la derecha. Los dos partidos van a librar la batalla por el centro y por los abstencionistas. Lo más espeluznante es que dicen los analistas que si no hay una victoria clara estamos condenados a repetir la tensión política de esta legislatura.

Frente a quienes creen que las campañas no sirven más que para confirmar en su voto a los ya decididos, los resultados de Iowa indican lo contrario. El diseño de estrategia hasta marzo será fundamental. Cualquier error puede pagarse caro. Y habrá que inventar, ya no valen los métodos tradicionales, mitin, caravana, discurso de una frase para pronunciar cuando conecta el satélite. Aunque la respuesta más novedosa hasta ahora haya sido contratar al guionista de Buenafuente, yo no pierdo la esperanza de que los marketinianos detecten que la demanda espera otra cosa. Ojalá nos quede por delante una hermosa campaña de ideas, de propuestas constructivas, de críticas comedidas, de respeto, en fin, hacia los ciudadanos, ojalá unos y otros aprovechen la ocasión para devolver a la política el prestigio perdido, para recorrer la distancia que les separa de la vida de la gente

lgonzalez@lavozdigital.es