A MANO. Bonita recreación del Nacimiento construido fundamentalmente con corcho.
Jerez

Jesús nació en el campo

La finca El Barrosillo sigue acogiendo, cada Navidad, la tradición de construir uno de los belenes más artesanales y camperos de Jerez

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Musgo, lentisco, madroño y mucho corcho. Artesanal y con un cierto sabor campero. En resumidas cuentas, delicioso es el belén que cada año la familia Mateos hace en la casa de campo que mantiene en El Barrosillo. Mientras la viñas de alrededor parecen ramales secos agarrados a los alambres de las lindes, José Ignacio Mateos Atalaya, que es el que más empeño pone en la recreación, sube y baja del almacén al salón donde se ubica el belén. «Este año han sido más de cincuenta sacos de corcho los que he necesitado. Unos doscientos cincuenta kilos, más o menos. Algunas capas tienen cincuenta años, están en casa desde tiempos del abuelo José María», cuenta.

La luz se ha hecho y se observa entre las rocas de corcho las figuras que pueblan el nacimiento. «Más o menos unas ciento ochenta piezas. Todas del taller de Ángel Martínez, o sea, figuritas de El Puerto», subraya. De incalculable valor algunos motivos, José Ignacio conserva todavía antiguas figuras de este moldeador de prestigio dentro del mundo de los belenistas. «Son anteriores al año setenta y cuatro. Tienen su valor en la calle. La colección la he ido agrandando una vez que el taller se ha reabierto con sus herederos, porque en casa sólo entran figuras de El Puerto», explica.

La noche avanza ahora y el corcho parece que se va a tragar la vida de los muchos pastores que pueblan el belén. Hay un toro bravo que le está dando una cornada mortífera a un asno. Cosas de los tiempos de Herodes El Grande.

Campero

En la casa hay un cierto olor a campo fresco, a lentisco húmedo y a retama verde. «Eso es bueno, quiere decir que huele a belén», apunta Mateos. La familia sigue con la tradición de montar cada año los belenes más genuiamente jerezanos. Tan cerca de los viñedos y de la albariza no debe de extrañar. Muy camperos, muy de casa y, sobre todo, totalmente distintos de un año a otro. «Sería incapaz de volver a montar el mismo belén que ves ahora», comenta José Ignacio. Distinto, pero, sin duda, campero y elegante.