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Turquía anuncia la muerte de cientos de rebeldes kurdos en una ofensiva aérea en Irak

Turquía no cede en su ofensiva contra los rebeldes kurdos en el norte de Irak. El Ejército otomano anunció ayer que, desde el pasado día 16, ha abatido a cientos de milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en unas incursiones aéreas en las que se han atacado «más de 200 objetivos». La operación más virulenta, según los propios militares, se desarrolló el primer día en el macizo de Qandil. Entre 150 y 175 insurgentes murieron entonces en un sangriento bombardeo, si bien el balance de bajas no incluye a los activistas cobijados en escondites y cuevas.

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Fuentes cercanas a los kurdos rebajaron, no obstante, la cifra de bajas a cinco personas y calificaron de «exageración» los datos difundidos por el Estado Mayor del país vecino. Los heridos están ingresados en los hospitales de Erbil, Raniyah, Kaladiza y Choman. Cuatro F-16 turcos volvieron mientras tanto a hostigar ayer posiciones rebeldes en las aldeas de Regan, Sheze y Samcuhu, en la región de Amediya. El ataque no es más que la continuación de la escalada militar que se desarrolla en el Kurdistán iraquí con el objetivo debilitar al PKK, organización separatista que al parecer utiliza la región autónoma como base en la retaguardia para sus acciones terroristas.

EE UU admitió recientemente que aporta información de sus servicios de inteligencia para perpetrar los bombardeos. En este sentido, el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, dice contar «más que nunca» con el apoyo internacional para perpetrar las acciones.

La reacción a estos ataques contra los rebeldes kurdos no se hizo esperar. Tres personas resultaron heridas ayer al explotar una bomba depositada en una papelera cerca de la comisaría de Sefakoy de Estambul. Un día antes, varios jóvenes simpatizantes del PKK incendiaron unos cincuenta coches en la ciudad. Según el diario oficialista 'Yeni Safak', un terrorista suicida fue detenido además poco después con 3,2 kilogramos de explosivos cuando pretendía cometer «una masacre» en el metro.