EL RAYO VERDE

El Rayo Verde | Mr. Monopoly se arruina, por Lalia González Santiago

La revista Forbes, famosa por su ránking anual de las mayores fortunas del mundo, acaba de anunciar que Mr. Monopoly ya no figura en su «Top» porque se ha arruinado. Se trata de un pequeño juego, una lista paralela de los más ricos de entre los personajes de ficción, y una manera mordaz de poner de relieve la gravedad de la crisis inmobiliaria desatada en Estados Unidos. Mr. Monopoly, que había amasado una gran fortuna con la especulación de inmuebles, fue el año pasado el sexto más rico, pero ahora «ha perdido todo su dinero arrastrado por la crisis que afecta a las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos», dice el magazine.

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Contaré, entre paréntesis y para curiosos, que la lista la encabeza este año Tío Gilito, cuyos bienes se calculan en 28.000 millones de dólares y consisten en algo tan seguro como las monedas de oro, en las que gusta zambullirse. En cambio, también ha perdido puestos, y pasa del segundo al sexto, el señor Burns de Los Simpsons, cuya central nuclear ha sido multada por la agencia de protección del medioambiente. Ha abandonado la lista, aunque de manera dramática, un personaje del musical Annie, Oliver Daddy Warbucks, contratista de Defensa y dueño de la mayor empresa de armas de uranio, que a pesar de que ganó 36.200 millones de dólares gracias a las guerras de Irak y Afganistán, encontró la muerte en una explosión en Irak, dice la revista no sin retranca.

Se me ha ocurrido contar esto de Mr. Monopoly porque, aunque el sistema de hipotecas estadounidense no tiene nada que ver con el español, aquí andamos igual de asfixiados, no ya los magnates, bancos o constructoras, sino los ciudadanos. Datos de 2005 indican que se ha duplicado el número de familias que deben más del 40% de su renta, según el Banco de España, lo que hace pensar que ahora que terminamos 2007 habrá seguido la escalada.

Conseguir un techo, pese a tratarse de un derecho constitucional, como es obligado recordar, siempre ha sido una de las principales aspiraciones, y frustraciones, de los españoles, pero a estas alturas se ha convertido en un problema mayúsculo en lo pequeño, la escala familiar o micro, y también en una de las grandes cuestiones en lo grande, lo «macro», porque hace tambalearse otros muchos «rubros», hermosa palabra que aprendí de Benedetti, y la onda de la crisis y la incertidumbre se expande.

La Junta de Andalucía presentó este jueves su Pacto por la Vivienda, que prevé construir 700.000 casas en tres años, 300.000 de ellas de protección oficial, y lo hizo con una puesta en escena mediática espectacular, apoyada por toda la plana mayor del poder económico y los agentes sociales. Las declaraciones de intenciones de unos y otros parecen salir de un mundo feliz, todos creen haber conseguido la cuadratura del círculo, y no hay que dudarlo, salvo por la cercanía de la campaña electoral, porque es preciso pensar que los políticos y los financieros han de estar con la mirada puesta en un plazo más ambicioso que el del 9 de marzo, y que la envergadura del problema no admite frivolidades: que aquí los pequeños jugadores del monopoly andaluz, gaditano, andan para pocas bromas y si no, intenten gastarlas cuando vean a alguno de ellos haciendo cuentas, con sudores fríos, cada vez que sube el euríbor. Hay también muchos jóvenes que no pueden independizarse, para tragedia propia y de sus padres; hay muchas casas donde las «marcas blancas» son de la familia, porque desde el día quince viven «a fin de mes». Hay hasta parejas deshechas que no pueden darse el gusto de separarse, porque a ver cómo pagan la hipoteca, incluso quienes le dejarán a sus hijos como herencia el plazo...

Todo eso, y más, está detrás de cada décima de indicador. Y con esas cosas no se juega. Es lícito, pues, preguntarse cómo si entre 2000 y 2006 se han construido en Andalucía 80.000 viviendas protegidas, se van a conseguir 300.000 en la mitad de tiempo, cuando, además, los últimos 25 años la Junta ni siquiera ha llegado a ponerse de acuerdo con los Ayuntamientos para encontrar suelo disponible. Ojalá que la realidad se imponga a la ficción y en el monopoly andaluz la gente pueda poner su casa, en su calle, sin que todo sea para la banca.

lgonzalez@lavozdigital.es