TRABILITRANES

Los Caminos del cante

Dice mi admirado poeta y escritor roteño, Felipe Benítez Reyes, que la vida va ofreciendo una buena perspectiva cuando «de todo comienza a hacer ya demasiado tiempo». Y es cierto, normalmente estamos inmiscuidos en nuestra actividad diaria sin apercibirnos que el tiempo va pasando muy deprisa. Claro que te das cuenta cuando se cruza una determinada efeméride y te cuestionas si es verdad que ha corrido tanto y tan deprisa el taco del calendario del que nadie ni nada somos ajenos. Más bien al contrario. Algo así me ocurrió cuando preparaba, a grandes pinceladas, la programación de la temporada para el 2007 - 2008 de mi programa de radio, dedicado al flamenco, Los Caminos del Cante. Casi sin darme cuenta apenas, me percaté que era la décimo quinta temporada, quince años, a diario y de forma ininterrumpida hablando de flamenco. Prefiero no contar las horas de programación porque entonces el vértigo se multiplica por otras tantas.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay quien pregunta por el secreto de mantener un programa 15 años de forma diaria y no hay otro que la ilusión sin menos cabo y el amor por una cultura, el flamenco, que nos hace vivir una apasionada aventura existencial. Recuerdo ahora, aquel joven de apenas 22 años que tuvo el atrevimiento de hablar del arte jondo por las ondas radiofónicas, también el esfuerzo y las dificultades de todo tipo, pero sobre todo algunos momentos que me han procurado una gran formación humana y como aficionado. La radio sigue siendo un mundo mágico, insustituible.

Es amiga y compañera y en estos quince años he podido comprobar los fuertes lazos de hermandad que se originan entre el locutor y sus oyentes, invisible pero cercano. Llegado a este punto recuerdo tantos, como aquel amigo invidente que esperaba con impaciencia a las 9 de la noche para llenar sus días de oscuridad o esas cartas que me envía un buen seguidor del programa desde su celda de la prisión de Huelva II diciéndome que, al menos, durante la hora que dura el programa se siente libre.

Éstas, entre otras muchas, son la verdadera recompensa de tantos años con un programa en las ondas, que no tiene sino que agradecer el apoyo de tantos amigos. También a sus detractores, que sin ellos tampoco hubiera sido posible tanto empeño en la causa. Y ellos saben bien por qué lo digo.