Rafael Azcona.
Cultura

La mirada de Rafael Azcona

Se publica la versión definitiva de 'Memorias de un señor bajito', uno de los primeros libros del guionista y escritor riojano

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Yo fui bajito desde niño. Recuerdo con tristeza aquellos días de mi infancia Todos los niños eran más altos que yo, y las personas mayores, siempre tan sensatas, decían al verme: Este crío parece imbécil ¿Por qué no engorda como todo el mundo?». De este modo, comienzan las Memorias de un señor bajito, una miniatura descacharrante escrita por Rafael Azcona (Logroño, 1926) a mediados de los años cincuenta para La Codorniz. Cada semana, la audaz revista le presentaba al público más inteligente un nuevo capítulo de estas memorias nada ortodoxas. En 1960, el escritor y editor barcelonés Mario Lacruz agrupó todos los textos en un volumen de la mítica Enciclopedia Pulga que apareció con portada de José Luis Coll.

Casi medio siglo después, Azcona ha ampliado y corregido aquel pequeño libro, conservando su peculiar dicción y restaurándolo de los arañazos de la censura franquista. El resultado llega a las librerías publicado por Pepitas de Calabaza: un tomo rebosante de humor, acidez y ternura que alberga la disparatada historia de un hombre corriente y retrata con maestría una época y un país en blanco y negro.

El señor bajito se llama Juliano Fernández y nació en 1920, hijo de unos padres pobres que carecían de casi todo, «incluso de criterio». Un noble propósito le empuja a poner su vida por escrito: «Enseñarle al prójimo que uno, en su modestia, no es manco». Como cualquiera, y pese a ser bajito, nuestro hombre buscará hacerse un hueco en el mundo, necesitará «cuarenta duros para ser feliz» y encajará con resignación los empujones de la experiencia.

A lo largo de su vida, Juliano Fernández será, entre otras cosas, fabulista, sanador de corazones rotos, inspector de tontos del pueblo, literato bohemio, artista de circo y banderillero. Como cualquiera. También se enamorará fatalmente y estoqueará un reptil saurio en un café. Incluso sufrirá un episodio parapsicológico y se despertará una mañana transformado en abeja, pese a ser «poco aficionado a los efectos especiales del mundo paranormal».

Concentrado cómico

Es probable que en estas Memorias de un señor bajito encontremos al Rafael Azcona más desatado, menos sujeto a las servidumbres del relato. No en vano los recuerdos del diminuto Juliano avanzan como una veloz sucesión de viñetas en las que todo vale, desde el desvarío fantástico a la burla libresca.

En el libro, por ejemplo, se parodian algunos modelos literarios (de un modo que recuerda en algo a las falsas novelas de Gómez de la Serna), como las fábulas o las novelas rosas. Por otra parte, los límites del realismo son superados en numerosas ocasiones, logrando que el disparate compense el efecto de la sátira hasta componer un concentrado cómico que nos hace pensar en el Valle-Inclán más bufo, en los sainetes o en humoristas ingleses como Wodehouse y Jerome K. Jerome.

Además de un títere de alta comicidad, Juliano Fernández es un personaje arquetípico de Azcona: el hombre incapaz de manejarse con normalidad en el mundo adulto del trabajo, la propiedad y el ascenso. Sin duda, en la sucesión de trabajos absurdos que se ve obligado a desempeñar hay una sombra de la biografía de su autor. Azcona fue poeta de provincias, contable alérgico a los números, dibujante, escritor de novelitas de quiosco y redactor de una revista de decoración.

Todo cambió cuando el director de cine Marco Ferreri se interesó por llevar a la gran pantalla una de sus novelas, Los muertos no se tocan, nene. El proyecto nunca salió adelante pero en 1957 Azcona y Ferreri escriben juntos el guión de El pisito.

Rafael Azcona es un escritor accidentalmente convertido en guionista. Todo su trabajo está marcado por un fuerte impulso literario y por una agudísima mirada de autor. Fue quizá la publicación en los noventa de Estrafalario (Alfaguara), un volumen que agrupaba tres novelas cortas aparecidas en La Codorniz, lo que le situó dentro del panorama literario del último medio siglo. Resumiendo: Azcona viene a ser el enlace entre los miembros de la llamada Otra Generación del 27, humoristas como Tono o Mihura, y autores como Ignacio Aldecoa o Caballero Bonald.