LEYENDA VIVA. La Plaza del Mentidero sigue siendo punto de encuentro y lugar de tertulia de los vecinos para contar sus historias, ciertas o no tan ciertas.
CÁDIZ

Un rincón donde se disfrazan las verdades

La Plaza del Mentidero sigue siendo lugar de tertulia vecinal que cuenta con comercios centenarios, como la botica

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Vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras tralará... La Plaza del Mentidero debe su nombre a las tertulias que los residentes celebraban allí, muchas de ellas «cuentos», según detallan los oriundos de la zona. «Este era y sigue siendo punto de encuentro de los vecinos. Aquí se reunían con sus sombreros para contarse sus historias, unas eran ciertas y otras no. Era la idiosincrasia y el faroleo que existía en aquella época. Por aquel entonces no existía la fuente en la plaza, lo único que había era árboles y tres farolas», explica Jesús Ruiz Lales, un hombre que vino al mundo hace 71 años en el número 16 de la mencionada plaza. «Vivo aquí desde que nací. Esta era la casa de mis padres y aquí sigo viviendo. Estoy soltero y sin compromiso porque todavía no he encontrado la mujer de mi vida», comenta con ironía.

Jesús recuerda que durante su infancia la fuente no existía y la plaza sólo contaba con «árboles, tres farolas y la estatua de Cayetano del Toro (hoy ubicada frente a la Facultad de Medicina, en la plaza Fragela)».

También han sido muchos los comercios que han cerrado como la carbonería, el almacén de ultramarinos, la carpintería, la lechería, la barbería y la droguería que «salió ardiendo». De todos los negocios los únicos que perduran son la Farmacia del Mentidero que lleva abierta la friolera de 171 años. «Este comercio se fundó en 1836», detalla el encargado José Eulogio Campos. «Sin lugar a dudas nosotros somos los más antiguos de la zona. Desde que entré aquí como aprendiz el 2 de agosto de 1971 la forma de trabajar ha cambiado mucho, puesto que antes había que preparar más fórmulas porque no existían tantos medicamentos ni genéricos», cuenta al tiempo que atiende a un cliente.

Entrar en el establecimiento permite viajar en el tiempo debido a la decoración. La caja registradora, el mostrador y la báscula para pesar bebés son algunos de los elementos más destacados que evocan el pasado.

En la fachada de la farmacia llama la atención el diseño de azulejos, estilo andaluz, en el que se anuncian «medicamentos figurativos», como la Yodimina, un bronceador eficaz, cuya fórmula ha sido obtenida a base de yodo de los mares del sur, o el de las pastillas Volcán cuyo eslogan dice: «Basta una sola pastilla para calmar la tos y unos días para apagarla».

En relación a la plaza del Mentidero, Eulogio confiesa que «está más tranquila que antes y que los problemas de trapicheos ya son cosa del pasado». Una opinión que es corroborada por José Luis Roldán, Antonio Cano y Francisco Mora - «la plaza está menos revuelta»-, vecinos que, como antaño, tienen por costumbre reunirse diariamente en los bancos de la plaza para contar sus historias entre «algún que otro faroleo», dicen con una sana sonrisa.

La vida estudiantil

Otro comercio con cierta solera es el almacén de ultramarinos La Santanderina cuyo actual propietario, Francisco Lozano, lleva más de 30 años al frente del negocio. «Cuando yo llegué esto ya era un ultramarinos. Esta es una zona en donde hay muy pocos vecinos pues la mayoría de las viviendas están rehabilitándose. El movimiento principal en el establecimiento es de estudiantes que vienen a comprar el bocadillo y los refrescos», confirma.

Francisco Lozano también recuerda que, cuando la plaza se llamaba Méndez Núñez, la línea 2 de autobuses tenía parada allí. «El inicio del recorrido estaba en aquella esquina de la plaza, Méndez Núñez y Puntales», señala.

En otro momento de su dilatada historia éste área también se denominó Plaza de La Cruz y de la Verdad, pero siempre, independientemente del nombre, «la plaza ha sido punto de encuentro de la juventud y de los gaditanos, especialmente los sábados y domingos en donde está llena, cobrando más vida. Cádiz es chiquito, pero muy saleroso», afirma con gracia Juana González Torres.

La asociación de vecinos del barrio del Mentidero, El Carmen, también tiene por costumbre organizar Rastrillos de Curiosidades y Coleccionismo en la tradicional plaza. Mercadillos en los que los amantes del coleccionismo pueden comprar libros, postales, juguetes, discos y fotografías antiguas. Precisamente desde la entidad vecinal se recuerda que esta plaza del Mentidero «fue un lugar importante durante la proclamación de la Constitución de 1812». Su empedrado fue testigo silencioso de la Constitución cuando el cortejo que partió del actual edificio de la Diputación en 1812 alzó a los cuatro vientos el texto de la libertad.

Su planta triangular y ligeramente alargada, hacen de este enclave un lugar coqueto donde una fuente marca el compás de las coplas de los autores del Carnaval que allí nacieron. Ramón Díaz Fletilla, Joaquín Quiñones o Bustelo se sirvieron de la plaza como fuente de inspiración para sus letras contando sus historias en forma de piropos. La plaza del Mentidero también ha sido frecuentada a lo largo de su historia por personajes ilustres como la escritora gaditana Adela Medina Cuesta (1886 -1983), quien residió en el inmueble ubicado en el número 4. En relación a las nuevas tecnologías, cabe recordar que el proyecto del Plan Urban del Ayuntamiento contempla llevar la extensión de la red wi-fi (internet sin cables y gratuito) hasta esta plaza del Mentidero.

jmvillasante@lavozdigital.es