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Israel no se lo cree

Dos reacciones de medios muy interesados daban ayer la tónica sobre el significado profundo del informe de inteligencia estadounidense que certifica la inexistencia de un programa iraní de armas atómicas: Irán lo recibió como una victoria nacional e Israel, sencillamente, no se lo cree.

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El informe, se entiende, no está políticamente motivado y es resultado del trabajo del conjunto de los servicios de espionaje e inteligencia de los Estados Unidos y cree con el nivel de alta confianza que los iraníes pararon su plan de armas nucleares en 2003 y no han vuelto a reactivarlo al menos hasta el momento de la redacción del papel. Si los Estados Unidos no fueran lo que son, un régimen abierto donde el ejecutivo está bajo fuerte escrutinio público y libre, se podría pensar que el gobierno ha pedido a sus servicios secretos un papel guiado para justificar lo que los medios belicistas verán como prudencia o inacción culpable si deja la Casa Blanca sin atacar Irán.

La decepción israelí ante esta posibilidad es grande. El ministro de Defensa, Ehud Barak, dijo de inmediato que hasta donde nosotros sabemos, Irán interrumpió brevemente su plan atómico en 2003, pero lo reanudó y lo mantiene a pleno rendimiento. Y el ministro B. Ben Eliezer quien, como el propio Barak, fue jefe del Estado Mayor, fue aún más crítico con el informe y dijo que él no lo compra

Así pues, Bush y la política que el documento puede amparar deben prepararse para un asalto en toda regla de los círculos belicistas y sus think tanks: el informe no vale y hay que recurrir al bombardeo. La lección de Iraq ha sido olvidada, hay un programa de armas de destrucción masiva en Irán y Mohamed al-Baradei, director de la AIEA, quien sostiene que no hay pruebas de tal cosa, es un incompetente.

El lector no debería excluir que, finalmente, sea esta conducta la que prevalezca y quien quiera documentar esta posibilidad puede leer el libro de los profesores norteamericanos Mearsheimer y Walt, «El lobby israelí».