OBRA. Manu Callau y Ana Labordeta completan el reparto.
Cultura

Una historia por la supervivencia en medio de la crueldad nazi llega al escenario portuense

Manu Callau y Ana Labordeta completan el reparto de la obra que narra cómo el guía de un museo ruso consiguió hacer visitas guiadas en una pinacoteca vacía

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«Una pequeña estufa denuncia la falta de leña mientras deja escapar sus últimos suspiros de calor. En el suelo, como si fueran testigos de robos que ya no pueden producirse, hay lámparas de aceite que alumbran ecos perdidos. Un barril que alguna vez conservo arenques en salazón, aguanta el persistente repiqueteo de una gota. Es la humedad que nos habla de un otoño consolidado. Los marcos de cuadros que ya no orlan ninguna pintura digna de ser expuesta. Son puertas y ventanas».

El director argentino Jorge Eines traduce así entre bambalinas su historia. La de El guía del Hermitage que esta noche llega al escenario del teatro municipal Pedro Múñoz Seca de El Puerto y que relata la historia de un viejo y enfermo guía de museo (Federico Luppi) que decide continuar en su puesto y hacer visitas guiadas por una pinacoteca cuyos cuadros han sido enviados a los Urales por el gobierno soviético antes de que los alemanes completen el cerco a Leningrado. Su descripción es tan apasionada y hábil que consigue que los habitantes de Hermitage se jueguen la vida para pasar un rato imaginando.

Pero Luppi no está solo en este relato por la supervivencia, obra del peruano Herbert Morote. A su personaje, Pavel Lipovich le acompañan otros «dos locos», Igor y Sonia, interpretados por los actores Ana Labordeta y Manu Callau. «Los tres personajes están sostenidos por la férrea ilusión de seguir ilusionados, contra viento y marea diría el marinero que todos llevamos dentro», afirma el director Jorge Eines.

Morote escribió el personaje de Filipovich pensando en Luppi, ya que el actor argentino se asemeja al protagonista en «el carácter, la pasión y la manera de comportarse en escena», confiesa el dramaturgo.