Opinion

Empieza lo difícil

Es casi universal el juicio que merece la sesión que el martes en Annapolis reanudó formalmente y con una concurrencia mundial el agónico proceso de paz entre Israel y Palestina: bien está, pero será algo más que difícil vistos los antecedentes. El The New York Times, en su esperado editorial del día siguiente, escribía que no deberían ser sobreestimadas las posibilidades de que se alcance un tratado de paz antes de que Bush deje la Casa Blanca. El diario liberal se felicitaba en su primer párrafo de ver, por fin, al presidente convertido en un pacificador en Oriente Medio, oficio que durante años y años desdeñó.

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Hay solo una novedad de peso en todo el asunto: la definitiva americanización del proceso desde el punto de vista de su observación, juicio y, eventualmente, arbitraje entre las partes. Ambas han aceptado que el flamante comité de seguimiento del prometido cumplimiento de los acuerdos del primer capítulo de la «Hoja de ruta» esté dirigido por un norteamericano, el general James Jones, a quien se tiene por solvente y neutral. Sería estupendo saber qué opina de todo esto Tony Blair, enviado especial del Cuarteto y en quien, en puridad, debió recaer la responsabilidad desde el momento en que, como se subraya también, lo acordado es, de hecho, la resurrección de la «Hoja de Ruta». Bush ha hecho una exhibición de poder de convocatoria y de relaciones públicas. Ayer volvió a invitar a Mahmud Abbas y Ehud Olmert a la Casa Blanca para primera sesión de trabajo que debe empezar sobre el terreno el 12 de diciembre.

Entonces llegará lo difícil: ha sido imposible redactar un comunicado conjunto algo más denso, más largo por la oposición de Israel a aceptar un calendario vinculante y por la hostilidad palestina a ciertos avances israelíes; no hay masa crítica ni en el parlamento ni en la sociedad para evacuar los territorios, abatir el muro o devolver la Ciudad Vieja de Jerusalén. Y en el lado palestino, una buena mitad del público y, desde luego, Hamas, la Yihad y más gente no está tampoco por la labor de un arreglo inspirado, bendecido y administrado en Washington.