Un grupo salta sobre un coche abandonado por la Policía durante los disturbios en Villiers le Bel. / AP
MUNDO

Sarkozy acude a sofocar la revuelta

El líder francés asume en persona la gestión del estallido de violencia a su regreso de China y convoca una reunión de alto nivel en el Elíseo Los disturbios en arrabales de París han dejado ya 120 policías heridos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nada más regresar de una visita oficial a China, Nicolas Sarkozy va a asumir hoy en persona la gestión del estallido de violencia en suburbios de París que su Gobierno trata de controlar con refuerzos policiales y un discurso de firmeza tras los estériles llamamientos a la calma iniciales. El presidente francés impartió desde Pekín la consigna de aislar a los francotiradores que abrieron fuego con carabinas y escopetas contra las fuerzas del orden, que registraron en su filas algunos heridos por perdigones o postas.

Por lo menos uno de los 82 policías heridos en la segunda noche de disturbios consecutivos en seis arrabales conflictivos del extrarradio parisino tenía incrustados en el hombro munición de plomo habitual entre los cazadores. Fuentes oficiales reconocieron que un francotirador fue visto con una escopeta de un calibre que, «a escasa distancia puede causar destrozos». Los sindicatos policiales denunciaron «el uso de armas de manera repetida y la acción de grupos que intentaron dar fuego a coches patrulla con los funcionarios dentro».

Algunos observadores opinan que el actual brote de violencia es más virulento que el registrado en el otoño de 2005, cuando los guetos étnicos ardieron durante veinticinco días en todo el país. Aunque se olvida que también hubo alguna emboscada a tiros contra la Policía, lo cierto es que en tan sólo dos noches más de 120 agentes han resultado heridos, lo que supone ya la mitad de las bajas registradas entonces en las filas de las fuerzas del orden.

El alcalde socialista de Sarcelles, uno de los escenarios de las algaradas, consideró que la situación es «peor que hace dos años». «Entonces atacaban los bienes, ahora atacan a las personas. Se ha subido un grado. Es impresionante y dramático», dijo François Pupponi, cuyo antecesor, Dominique Strauss-Kahn, dirige hoy el Fondo Monetario Internacional.

«Es la guerra civil»

«Es la guerra civil. Queman todo», clamaba en el diario 'Le Parisien' una habitante de Villiers le Bel, localidad en la que la muerte de dos adolescentes en un accidente de tráfico con la Policía fue la chispa que el domingo prendió el polvorín. «No me atrevo a salir de casa, ni siquiera a abrir la ventana», lamentaba la buena señora. Por la tarde, en una confirmación de sus temores, uno de los agitadores pregonaba a toda página en el vespertino 'Le Monde': «No es cine, es la guerra».

Tras recibir las instrucciones presidenciales desde el Extremo Oriente, el primer ministro, François Fillon, endureció el tono del discurso gubernamental hacia los alborotadores. «Los que disparan a los policías, los que han agredido a un comisario casi hasta la muerte, son criminales y deben ser tratados como tales», proclamó en la sesión de control parlamentario. «Los que impiden a los bomberos acceder a quienes necesitan asistencia también son, en cierta manera, criminales», añadió.

Violencia inaceptable

En su particular revista al catálogo de horrores del París suburbial en llamas, Fillon se preguntó «¿cómo se puede aceptar que sean incendiados una escuela y una biblioteca o que se destruyan empresas». «Las violencias que se han producido son inaceptables, intolerables e incomprensibles», sentenció el jefe del Gobierno mientras su ministra del Interior, Michèle Alliot Marie, denunciaba la acción de «grupos que intentan instrumentalizar» la muerte de dos adolescentes para actuar como «bandas organizadas» y atacar a policías, robar y saquear.

Ambos miembros del Ejecutivo están citados a la reunión al más alto nivel convocada para hoy por Sarkozy en el Elíseo a su regreso de China. También asistirán las titulares de Justicia, Rachida Dati, y de Política Urbana, Fadela Amara, dos ministras de origen magrebí como los dos muchachos fallecidos. El jefe del Estado se dirigirá nada más aterrizar a los hospitales donde están ingresados los policías y bomberos heridos en los disturbios. Luego desea recibir a los familiares de las víctimas. Pero los parientes de Moushin, de 15 años, y de su amigo Larami, de 16, dudan en aceptar la invitación.

Mientras tanto, la Fiscalía de Pontoise, encargada del caso, confirmó que el examen técnico de los vehículos involucrados y las constataciones de las autopsias corroboran la tesis del accidente. Además, la transcripción de las comunicaciones de Policía y bomberos y la verificación de sus horarios demuestran que los servicios asistenciales llegaron a los diez minutos de ser avisados. Los agentes de la patrulla se hallaban en el lugar del suceso en contra de las versiones que les reprochan no haber auxiliado a las víctimas.