El capitán Solórzano en el vídeo que fue difundido ayer. / EFE
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Las FARC avalan la mediación de Chávez con un vídeo de un militar secuestrado

La guerrilla envía al líder bolivariano una grabación de un militar secuestrado en junio

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La senadora colombiana opositora, Piedad Córdoba, recibió ayer la prueba de vida de un secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para entregar al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. No parece ser casualidad que la entrega ocurra justo horas después de que su homólogo Álvaro Uribe cesara la labor mediadora para el acuerdo humanitario y se interpreta como un gesto de apoyo de la dirección rebelde a las gestiones del líder bolivariano.

La guerrilla puso en manos de la ex facilitadora el vídeo de una entrevista de una hora, todavía sin emitir, con el capitán Guillermo Solórzano, en su poder desde hace cinco meses. El reportaje fue realizado hace tres semanas por un periodista colombiano para el canal oficial chavista Telesur. En su intervención, Solórzano confía en que Chávez no «desfallezca en sus esfuerzos facilitadores» y dice que en una ocasión consiguió escapar, pero que fue capturado.

Ciertamente no es lo que Chávez anhelaba. No confirma si se encuentra con vida la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, la más importante de 45 políticos, militares, soldados y estadounidenses canjeables que las FARC ofrecen a cambio de la libertad de unos quinientos de sus presos, pero representa un leve apoyo a su papel en el conflicto.

Antes de conocer del gesto de los rebeldes, Chávez aparcó la prudencia de sus primeras declaraciones. Ayer, durante un programa de televisión sostuvo que «las presiones sobre Uribe fueron de tal magnitud que reventaron el proceso de negociación» y que su homólogo utilizó la «más pequeña excusa» -la puesta en contacto con la cúpula militar colombiana sin permiso del Gobierno de Bogotá- para «tumbar la posibilidad real de un acuerdo».

«Gente cercana»

Mencionó a «gente cercana» contraria al acuerdo que «tiene mucho poder» y citó sin disimulos a Estados Unidos. «Los gringos quieren guerra porque no les importa la vida, ni esos niños, mujeres, hombres, padres, madres, esposos y esposas». Según el populista gobernante venezolano, la abrupta medida de Uribe tendrá consecuencias en sus relaciones bilaterales, «no tenga la menor duda». Dijo sentirse «traicionado» en su buena fe porque el mandatario vecino -al saber de su llamada al general Mario Montoya- «debió llamarme y decirme, Chávez, aclárame esto». Añadió que su par había roto «un compromiso, violando la confianza».

Ante las declaraciones del mandatario venezolano, legisladores colombianos pidieron ayer que ambos gobernantes se reúnan para limar asperezas. También el ex presidente Ernesto Samper abogó por ese encuentro. No quieren ni pensar en lo que supondría para su país la ruptura de sus relaciones económicas con Caracas, el segundo socio comercial de Bogotá. De todas formas, criticaron también a las FARC por no aportar las pruebas sobre Betancourt.