TRADICIÓN. El Bar Antonio -en sus orígenes la Casa Ataulfo fundada a principios de los años cincuenta- es punto de encuentro de vecinos.
CÁDIZ

De los barracones de madera a los ladrillos

Los vecinos que se quedaron sin hogar por la explosión de 1947 se mudaron a improvisadas casetas en la plaza

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La plaza debe su nombre al castillo San Lorenzo del Puntal, verdadero origen del barrio y que protagonizó destacados episodios en la historia de las defensas de la ciudad. Entre ellos la sostenida contra el invasor francés entre 1810 y 1812. Anteriormente llevó el nombre de Vicente Ramírez Brunet, fundador de la primera escuela laica de Cádiz. Durante los años cincuenta se empezaba a desarrollar Zona Franca, y pronto llegó la inauguración de la central térmica llenando el aire de los residentes de contaminación y hollín. El peligro se incorporó a la vida de los vecinos, ya que un túnel de refrigeración atravesaba la plaza junto con las tuberías de gasoil que suministraban a la Campsa. «Aquí no ha pasado nada porque Dios no ha querido, pero sí hubiera ocurrido una fuga, por ejemplo, el barrio habría desaparecido», señala Manuel Moreno, uno de los vecinos más viejos de Puntales, con 77 años de edad, mientras saborea una cerveza en el Bar Antonio. Este antiguo patrón de remolcadores recuerda como fue la plaza San Lorenzo del Puntal luego del trágico suceso de la explosión del 18 de agosto de 1947. «Llevó viviendo en este barrio toda mi vida. Nací en una casa de madera de dos pisos. Cuando aquel polvorín de minas marinas explotó en la Base de Defensa todo el barrio de San Severiano quedó arrasado. La gente se quedó sin hogar y el entonces alcalde Francisco Sánchez Cossio con la ayuda de los militares instaló tres barracones de madera en el centro de esta plaza para que viniesen a vivir aquellos gaditanos. Entonces la plaza era un descampado de tierra y arena en donde todos los niños del barrio jugábamos», detalla en tono reflexivo.

Posteriormente llegarían las casas de San Servando y San Germán, patronos de Cádiz. Poco a poco fueron desapareciendo las huertas y las vaquerizas y la plaza fue tomando el aspecto que hoy tiene. «Los barracones fueron eliminados y la gente humilde que en ellos vivía se fue instalando en las nuevas viviendas», dice.

La presencia del Club Náutico Deportivo Alcázar hace de esta plaza un rincón marinero asomado a la Bahía. Su actividad pesquera se sigue conservando gracias a los socios que tienen sus pequeñas barcas ofreciendo una imagen de pueblecito pesquero. Por ello, la Virgen del Carmen, patrona del mar, tiene un lugar destacado. Un azulejo con su imagen preside la plaza junto a un ancla y las aspas de un motor. Un monumento que recuerda que la plaza de San Lorenzo siempre fue y sigue siendo zona de pescadores. «Esto es un pequeño pueblo en donde somos todos como una familia», comenta Francisco Mora desde el fondo del local, al tiempo que recuerda con nostalgia aquellas navidades con pestiños y calderetas de puertas abiertas. Buenos tiempos en los que el barrio de Puntales tenía la pequeña playa del Campillo y varios varaderos que «se perdieron con los rellenos», detalla José Antonio Martín, el propietario del bar.

Escuela de boxeo

En el Club Alcazar se encuentra la Escuela de Boxeo de Cádiz en donde entrenan las jóvenes promesas gaditanas de la mano del conocido Paco, un hombre de 60 años.

Otro de los atractivos de la plaza es la Peña Joaquín Caballero que fue fundada en mayo de 1980 en la calle Bitácora, número 1. La sede actual se encuentra en la calle Brújula, número 1, en la misma plaza San Lorenzo del Puntal. «Aquí estamos desde 1990. La peña tiene su origen en un equipo de fútbol sala», explica Tomás Otero, uno de los socios mientras enseña algunos trofeos en las vitrinas.

Lo anecdótico de la Peña Joaquín Caballero es que «en este lugar existió una vaqueriza en donde los vecinos compraban la leche. Hoy los hábitos han cambiado puesto que tenemos aquí al lado el nuevo Mercadona», detalla Otero.

La peña cuenta actualmente con 30 socios y es frecuentada a partir del mediodía por los jubilados de Puntales para jugar a las cartas y al dominó en compañía de un buen vino tinto.

La tienda Maxi es otro de los negocios más antiguos de la plaza. «Abrí el establecimiento en 1954 después de haber tenido un quiosco en aquella esquina», cuenta el dueño, Maximino Iglesias Rodríguez. «Desde entonces la plaza ha mejorado mucho y es punto de encuentro de los vecinos especialmente durante los fines de semana», agrega este hombre de 77 años.

En fase de crecimiento

Actualmente el barrio de Puntales está en fase de crecimiento poblacional gracias a las viviendas de protección oficial que recientemente entregó el Ayuntamiento. Un cambio de cara que también incluye la rehabilitación de aquellas primeras viviendas que hoy se han quedado antiguas puesto que cuentan con cerca de cincuenta años. «Estamos trabajando en casi todos los bloques que existen alrededor de la plaza. Vamos a instalar ascensores porque la mayoría de vecinos son personas mayores», detalla Antonio Soto Rodríguez, uno de los operarios, aprovechando un descanso.

Además, el Plan General de Ordenación Urbana contempla la construcción de un hotel de cuatro estrellas en el Club Alcazar y la instalación de un espigón para los bañistas. Con todas estas nuevas infraestructuras es lógico que la mayoría de los residentes coincida en afirmar que el cambio de la plaza y del barrio en sí ha sido «positivo», como asegura Antonio Lara y Francisco Javier Núñez Vargas.

jmvillasante@lavozdigital.es