DETALLES. Una de las elegantes salas de El Prado que forma parte de la ampliación del centro, la del edificio de los Jerónimos. / EFE
Cultura

El Prado se hace más grande

El museo inaugura las nuevas salas de los Jerónimos con el 'redescubrimiento' de su colección de pintura española del siglo XIX

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Todo está nuevo en un lugar que ha estado dominado desde siempre por el tiempo pasado. Ahora, esas damas enfundadas en trajes estrictos, esos caballeros de rostros graves y esos reyes y nobles que llevaban años encerrados en oscuros sótanos podrán salir al fin de su madriguera y ver la luz en las nuevas dependencias del Prado en el edificio de los Jerónimos. La ampliación del museo es por fin una realidad, aunque parezca increíble, y para la inauguración se ha optado por pedir perdón a los maestros de la pintura española del XIX. Un centenar de piezas, entre pinturas y esculturas, de la colección de la institución podrán ser ahora contempladas, en lo que pretende ser el redescubrimiento de una época y unas corrientes artísticas que cuentan con creadores de la talla de Sorolla, Madrazo y Rosales, entre otros.

Tras más de cinco años de trabajos, llenos de críticas e incertidumbres, el arquitecto Rafael Moneo y el director del museo Miguel Zugaza ven finalmente materializado un proyecto que añade 15.715 metros cuadrados al centro y que permite respirar a la enorme colección de El Prado y acoger con esa ampliación exposiciones temporales. En la primera, bajo el título de El siglo XIX en el Prado, las nuevas salas presentan un recorrido cronológico y estilístico por el arte decimonónico en España. Un periodo que abarca desde el último cuarto siglo de vida de Goya hasta el nacimiento de Picasso. Entre ellos se transita por el Neoclasicismo, Romanticismo, Pictorialismo... La exposición -comisariada por José Luis Díez y Javier Barón, y patrocinada por el BBVA- está integrada por 95 lienzos y 12 esculturas.

Como no podía ser de otra manera el primer referente de la muestra es Goya, pero aquí encontramos al artista aragonés de sus últimos años y con piezas tan emblemáticas como el retrato de la Marquesa de Santa Cruz. En este lienzo pintado en 1805, Goya aglutina la poética del Neoclasicismo. El arte español del XIX es heredero de Velázquez -un ejemplo de ello es la propia Marquesa... en la que algunos historiadores del Arte han visto un contrapunto a La venus del espejo-, una influencia que aumenta entre los pintores que más investigaron al maestro del XVII.

El segundo foco de la muestra es el Romanticismo. Una corriente que se introduce en España en el segundo tercio del siglo, tras la muerte de Fernando VII pero no con la fuerza de otros lugares como Inglaterra o Alemania. Aquí surge la figura del paisajista Pérez Villamil con sus visiones monumentales y poéticas de la naturaleza. Estos arquetipos románticos de la primera mitad del XIX tienen su renovación en la pintura del natural, el paisaje realista, que en España inicia Carlos de Haes y que luego da paso a Mariano Fortuny, Raimundo Madrazo y Martín Rico.

Federico Madrazo y Eduardo Rosales sobresalen por mérito propio como los dos ejes de la pintura de mediados de siglo. El lienzo Isabel la Católica dictando su testamento es la obra maestra de Rosales y un punto de referencia de la pintura en su camino hacia la modernidad. Un fenómeno que cobra especial relevancia en estos momentos es la pintura de historia, una forma que busca exaltar los valores nacionales. En este sentido, El Prado cuenta con una destacada colección de este género con pinturas como Los amantes de Teruel de Muñoz Degrain. Así, el premio al cuadro Testamento en la Exposición Universal de París de 1867 hay que considerarlo, según indica el comisario Javier Barón, un reconocimiento a Rosales como pionero de este género. Otro gran referente de la pintura de historia es Francisco Pradilla y su lienzo Doña Juana la Loca.

El final de siglo resulta especialmente interesante en lo artístico. La influencia de París y los movimientos que en ella se cuecen tienen su reflejo en toda Europa, un reflejo al que España no es ajeno. De ese momento, la muestra destaca las figuras de Joaquín Sorolla y Aureliano Beruete. El pintor valenciano, llamado el pintor de la luz, es uno de los más populares y destaca por sus trabajos al aire libre y por la peculiaridad de sus encuadres. Chicos en la playa es una de sus obras más conocidas y concentra, según dice Carlos García Navarro en el catálogo, el sentimiento y el estudio de la luz mediterránea. Finalmente Beruete centró su trabajo en los paisajes de los alrededores de Madrid.