PENSATIVO. En la sesión de ayer se vio a un Rondán reflexivo. / TAMARA SÁNCHEZ
Deportes

Entre risas y lágrimas

Las pinceladas de buen fútbol ofrecidas en La Rosaleda hacen ver la luz en el horizonte azulino, pero la cruda realidad es que el Xerez se encuentra en zona de descenso

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La realidad de la tabla clasificatoria es totalmente pesimista para un Xerez Deportivo que se va a plantar en la décima jornada del campeonato inmerso en los puesto de descenso a Segunda División B, con la afición crispada y encajando goles prácticamente en todos los encuentros.

El optimismo sólo aparece en el horizonte azulino gracias a las pinceladas de buen fútbol que ofrecieron el domingo en La Rosaleda, pues, por lo que respecta a resultados, éstos aún no llegan. Treinta minutos que invitan a soñar, y un encuentro ante el líder que empuja al optimismo.

El problema es que a Miguel Ángel Rondán se le acaba el tiempo y la paciencia empieza a rozar límites alarmantes. Nadie niega que no existan motivos para el optimismo, que los hay (mejoría en el juego, los goles de Yordi, el descenso de cambios en las alineaciones, el tiempo que todavía resta o la profundidad de la plantilla azulina), pero lo cierto es que los muchos argumentos para el pesimismo, en este momento, parecen tener más peso (el equipo no gana ni tan siquiera cuando juega bien al fútbol, casi siempre se encajan goles, la ausencia de victorias está mermando la moral del vestuario, el equipo se encuentra en una peligrosa zona de descenso, jugar en Chapín se está convirtiendo en un arma de doble filo, Rondán cada vez está más cuestionado como primer entrenador, los antecedentes de otras temporadas apuntan al descenso con similares arranques de competición...). Lo cierto es que otra derrota en Chapín podría provocar una situación insostenible.

sgalvan@lavozdigital.es