INSALUBRIDAD. Una de las viviendas de la calle Cruces 32 en un estado de deterioro total. / C.L.
EL PUERTO

Los inquilinos de Cruces, 32 malviven en casas sin luz y plagadas de ratas y cucarachas

La propietaria se niega a acometer las obras necesarias y será el Ayuntamiento el que se encargue de rehabilitar la finca

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Una vida de «perros». Con esta dura frase, los vecinos de finca de Cruces, 32 denuncian las condiciones en las que están viviendo. La propietaria del inmueble, como ocurre en otros muchos casos, se niega a acometer los arreglos necesarios en la vivienda, por lo que será el Ayuntamiento el que, de modo subsidiario, tenga que realizar las obras.

Pero aquí no queda el problema de estos inquilinos. Y es que la propietaria tampoco quiere renovarles el contrato, bajo la única pretensión, según la edil de Izquierda Unida (IU), Pepa Conde, de vender la finca para hacer apartamentos de lujo. Sólo Adelina Laoz, que cuenta con contrato indefinido, podrá continuar en la casa. El resto de vecinos, unas seis familias, tendrán que comenzar a abandonar sus hogares a partir de diciembre.

Conde culpa al antiguo Gobierno de Independientes Portuenses (IP) y al actual del Partido Popular (PP) de que se haya llegado a este extremo, ya que a su entender «únicamente han tenido la intención de dilatar los procesos burocráticos para que los vecinos tengan que abandonar las viviendas sin que se hayan realizado las obras, por lo que la propietaria se va a librar incluso de pagar los gastos de los arreglos».

Por su parte, desde el Ayuntamiento se ha dejado claro que «todos los trámites están bastante adelantados». De hecho, aseguran que un técnico ya está elaborando el proyecto que posteriormente tendrá que ser adjudicado. No obstante, la concejala de Urbanismo, Patricia Ybarra, ya ha dejado claro en varias ocasiones que el Ayuntamiento no puede actuar de manera subsidiaria en todos los casos, ya que las arcas municipales no pueden hacer frente a ello. Así, una de las soluciones sería pedir la colaboración de la Junta de Andalucía para emprender la rehabilitación del casco histórico.

Pero mientras estos pasos no se dan, los vecinos siguen viviendo en unas condiciones infrahumanas. Conviven entre cucarachas, ratas y humedades. En algunas de las viviendas ni siquiera tienen contrato de luz y obtienen la electricidad a través de enganches y una de ellas sufrió el atasco de una tubería que ahora se ha convertido en un foco de infecciones.

Más de 160 euros al mes

Pero lo peor de esto es que algunas de las familias pagan más de 160 euros por «un cuchitril», que es como ellos mismos lo definen. Carmen García paga 108 euros por menos de 20 metros. No tiene luz y la cocina está separada del baño por una simple cortina. El caso de Adela Suárez es mucho peor. Ella abona mensualmente 160 euros y la vivienda está prácticamente inhabitable. Las cucarachas corretean por las paredes y las ratas entran a través de una tubería. Además, en la finca vive un anciano solo, al que según las vecinas le han quitado los servicios de ayuda a domicilio, por lo que vive en condiciones infrahumanas.

A pesar de todas estas precariedades, los inquilinos no se rinden y es que muchos de ellos han nacido en el número 32 de la calle Cruces. Por ello, exigen que el Ayuntamiento rehabilite el inmueble y que les sean renovados los contratos para seguir en el hogar que les vio nacer.

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