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Y ¿qué dirá la 'tercera España'?

Los periodistas que estuvieron en los corrillos -distintos y no tan distantes- de Zapatero y Rajoy en los salones del Palacio de Oriente durante la celebración de la Fiesta Nacional no podían por menos que mostrarse asombrados: los pocos que estuvieron en los dos corrillos, casi simultáneos, porque los asistentes de unos vigilaban estrechamente lo que hacían los otros, comprobaron que Zapatero sigue viendo todo de color de rosa, mientras que Rajoy lo percibe negro.

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Que, para el presidente, los abucheos que recibió en el desfile fueron cosa sin importancia, estaban en el guión, mientras que, para Rajoy, es un síntoma grave, señal inequívoca de lo mal que va todo. No falta quien piense que hay terceras vías, que en el medio está la virtud, que hay que dejar hablar a la tercera España, a los que se sitúan en el centro, ahora más inhóspito que nunca.

Los de la tercera España hablan últimamente bastante poco. A Josep Antoni Duran i Lleida, que es el líder de Unió Democrática de Catalunya, un partido muy moderadamente nacionalista, democristiano y conservador en muchas cosas, aunque sin que nadie pueda calificarlo como derechista, lo van a someter a la prueba de las preguntas populares ante las cámaras de una televisión el próximo martes; al aún presidente del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, lo invitaron al mismo programa, pero, ante la fragilidad de su situación en el partido, rehusó comparecer. Así que Durán compartirá tiempos con el líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Josep Lluis Carod-Rovira, y con el presidente de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, cuestionado hoy por los duros del Partido Comunista.

Claro, los dos últimos no forman parte de esa tercera España a la que se supone moderada, centrista y equidistante de la derecha popular y de la izquierda socialista; pero es cierto que tanto IU como ERC constituyen los dos pilares principales del apoyo que estos días recibe el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Izquierda Unida corre el riesgo, como le ha ocurrido al PNV, de que los moderados, los más tolerantes, sean arrasados por los extremistas.

En Esquerra, la moderación ya no es moneda de cambio, y es de suponer que este partido dará más de un disgusto a Zapatero durante la campaña electoral: porque, como saben muy bien los intérpretes de las encuestas, cada salida de tono de Carod, Puigcercós y los suyos, cuesta un montón de votos al PSOE en los supuestos elaborados por los expertos a partir de los sondeos existentes.

Resulta lógico pensar que otros partidos que se reclaman centristas, como el animado por Rosa Díez, reclamarán también su espacio en la televisión pública, en un espacio donde ya participaron, hace meses, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy; pero no resulta razonable, como alguien les ha dicho ya, que una formación recién nacida, sin tradición ni escaños, se mida en un plano de igualdad con otros partidos políticos de larga trayectoria en la escena. Veremos qué ocurre, en todo caso, cuando arrecien las protestas.

Lo importante, para mí, es escuchar lo que dicen quienes, en el fondo, van a tener la llave de lo que ocurra en las próximas elecciones generales del mes de marzo. Porque las encuestas siguen, hasta donde sabemos, hablando de un empate técnico entre los dos grandes. Y, con eso, ni uno ni el otro podrán gobernar solos, sin apoyos. A menos, claro, que socialistas y populares sean capaces de erigir alguna solución verdaderamente valiente e imaginativa.