Depresión sonriente o atípica: qué pasa si se oculta la tristeza y el malestar

Este trastorno mental puede pasar desapercibido a las personas cercanas de aquellos que lo sufren, pues son capaces de crear un estado de ánimo artificial, lejos de su realidad emocional

R. Alcolea

Sonrisa, aparente normalidad y serenidad, interés por los demás y escasa pero o llamativa comunicación en torno a sus emociones, su vida o sus sentimientos... ¿Pensarías que tu amiga, tu pareja, tu madre, tu hermano o tu vecina está sufriendo una depresión? Puede ser, sobre todo si padece lo que los psicólogos califican como «depresión sonriente». Tal como explica Vanessa Rodríguez Pousada, profesora colaboradora del máster universitario de Psicopedagogía de la UOC (Universitat Oberta Catalunya) este concepto hace referencia a los cuadros depresivos que cursan con la sintomatología típica asociada a dichos trastornos, pero en los cuales el sujeto diagnosticado muestra un afán de ocultamiento. «Y este anhelo redunda en una posición activa para que las personas que lo rodean no perciban el malestar al que está haciendo frente», precisa la experta quien además apunta que el hecho de que las personas que la padecen se esfuercen en esconder su malestar se traduce en una mayor dificultad para detectarlo. Por eso, los casos diagnosticados podrían ser una porción pequeña de los existentes.

Dictadura de la felicidad

Quienes sufren este tipo de depresión experimentan el mismo malestar que una persona con depresión típica pero además son conscientes de lo que les pasa. O, al menos, de que algo no va bien. Pero hay varias razones que pueden llevarles a intentar ocultarlo. Una de ellas es creer que su obligación es ser feliz y que no pueden mostrar emociones negativas. «Actualmente, vivimos en una sociedad en la que ser feliz es un imperativo», afirma Rodríguez Pousada. «Junto a esta dictadura de la felicidad ha ido acrecentándose un individualismo desde cuya óptica se tiende a minusvalorar las circunstancias personales, sociales y estructurales de un sistema decidido a convencernos de que la salud y la enfermedad están ligadas casi exclusivamente a deficiencias psicológicas personales; donde la autodeterminación y las capacidades propias son los ejes vertebradores de nuestro bienestar. Así, se presupone que estar bien o no estar bien depende exclusivamente de uno mismo».

Como explica la profesora de la UOC, este mensaje ha calado tanto en la sociedad que hay personas que se sienten culpables por experimentar malestar , pues, según argumenta la experta, al hecho de padecer una depresión se le sumaría la culpa por sufrirla, asumiendo que somos los responsables. «En una doble vuelta de tuerca, se pasaría de la depresión a la culpa, y de la culpa a la vergüenza», apunta. Por eso y en consecuencia la depresión representaría para estos pacientes la propia incapacidad para hacer frente a algo que deberíamos saber manejar y, de alguna manera, se revela como un significante de la propia debilidad . «El resultado que esto puede tener es precisamente el de no mostrar las verdaderas emociones y aparentar felicidad de cara a los demás», aclara.

Signos de alerta

A pesar de intentar tapar el malestar, es posible que aparezcan signos externos que puedan alertar al entorno más cercano. Como explica Ferran Marsà Sambola, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, algunos estudios dicen que las personas que experiencian una depresión atípica o sonriente suelen tener más apetito, dormir en exceso y tener una mayor sensación de pesadez en brazos y pierna s, así como rechazo a las críticas de las personas de su entorno. Incluso pueden mostrar pérdida de interés en actividades que antes eran satisfactorias para ellos, según apunta Rodríguez Pousada.

Los perfeccionistas, víctimas posibles

En cuanto al tipo de personas que pueden sufrir depresión sonriente, no hay un perfil establecido, ya que en ella interviene una realidad compleja de factores bio-psico-sociales. Sin embargo, las personas perfeccionistas , que con frecuencia toleran peor los fallos, pueden estar entre quienes la sufren si perciben la depresión como una debilidad y una carencia personal .

Respecto a si es más prevalente en hombres o en mujeres, no hay datos concretos, aunque, según apunta Rodríguez Pousada, si tenemos en cuenta que vivimos en una sociedad de signo heteropatriarcal, donde la demostración del mundo emocional y de las propias debilidades se encuentra más estigmatizada en los hombres , los estereotipos masculinos podrían intervenir como un factor de vulnerabilidad en el caso de la depresión sonriente para esta población.

La influencia de las redes sociales

En lo que coinciden los expertos es en que las redes sociales no ayudan a que se muestren las emociones reales. «Vivimos en una sociedad donde constantemente tenemos que demostrar a los otros que tenemos una vida perfecta. En mi opinión, esto se refuerza a través de las redes sociales», indica Marsà Sambola. Coincide con esta opinión Rodríguez Pousada, quien recuerda que en las redes sociales existe una tendencia a mostrar la parte exitosa de uno mismo , magnificándola y enalteciéndola de forma considerable. «Al mismo tiempo, la comparación entre la propia vida y la supuesta vida de los demás brota como un juego de espejos engañoso, en el que la realidad se difumina. Las redes sociales pueden aparecer aquí como autopistas por las que transitar bajo la ocultación del malestar. En este caso, podrían asomar como el compañero de viaje ideal de la depresión sonriente», concluye.

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