Psicología

Cómo deben ser tus expectativas para sufrir menos

Hay que decidir las expectativas escuchando nuestras necesidades, plantearlas de forma ajustada y realista y no demasiado exigentes

Lo bueno y lo malo de tener expectativas. Adobe Stock
Melissa González

Melissa González

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Una frase firmada por el novelista Jude Morgan dice: «No tener expectativas significa no tener riesgo de desilusiones», y podría ser el resumen perfecto para entender si es bueno o no tener expectativas en nuestro día a día.

Las expectativas son la fuerte creencia de que algo sucederá, aferrándote a ello, ya sea bueno o malo. Un ejemplo sería tener la certeza de que te van a aumentar el sueldo, y resultar ser que la subida es mucho menos de lo que esperabas. Ahí tus expectativas estaban más altas que la realidad. Pero estas también impactan a quienes nos rodean porque las personas pueden subir o bajar en nuestro ránking social, es decir, sin conocer a alguien muchas veces tenemos expectativas en torno a ellas, sin tomarnos el tiempo suficiente para conocerlas de verdad.

Pone en numerosos libros y determinan muchos expertos en psicología que tener altas expectativas «podría dañar nuestro bienestar y afectar a nuestra felicidad». La teoría dice que cuanto más bajo pongamos el listón, más alto percibiremos el resultado y más gratificados nos sentiremos, por lo que dejar de lado las expectativas podría ayudarnos a sentirnos menos derrotados por asuntos que están fuera de nuestro control, aunque tenerlas también es recomendable.

«Es bueno plantearnos expectativas y, además, es parte de nuestra naturaleza planificar y proyectar planes para ejecutar en el futuro», comenta Laura Palomares, directora de Avance Psicólogos . Tal como cuenta, esto nos estimula y motiva «siempre y cuando estas expectativas no sean excesivamente exigentes», ya que si se plantean así y acaban generando estrés , se reduce nuestro rendimiento y motivación.

Manejar expectativas

Sabiendo que es aconsejable tener expectativas, siempre y cuando se ajusten a nuestra realidad, hay que aprender a manejarlas. ¿Cómo? Observando que se planteen de manera coherente a lo que realmente queremos o es positivo para nosotros, no por aspectos ajenos a nuestras verdaderas necesidades y quizá más por presión social. «Esto puede frustrarnos y desanimarnos con el tiempo. De esta manera, decidir las expectativas escuchando nuestras necesidades, plantearlas de forma ajustada y realista y no demasiado autoexigente e incluso planearlas por fases para evitar el estrés , son formas para manejarlas mejor», garantiza la experta en psicología.

¿Y si no tengo expetactivas?

Puede ocurrir que estés leyendo esto y te des cuenta de que no tienes expectativas, es decir, vives el día a día y no esperas con incertidumbre nada de lo que está por venir. Pero lo cierto es que, en palabras de Laura Palomares, «proyectar a futuro y planificar forma parte del funcionamiento de nuestro cerebro y nuestra psique», y de nuestra sociedad también.

«Esto siempre trae posibilidades de avance y evolución, pero como decía, siempre que estas expectativas sean ajustadas. Aunque por diferencias individuales unas personas tienen más o menos expectativas, si estas son inexistentes quizá decaiga nuestra motivación e incluso el ánimo, pero recordemos que si son demasiadas y muy altas, puede generar frustración y estrés».

Entonces, ¿dónde se encuentra el término medio? A esta cuestión la psicóloga contesta que «aprendiendo a vivir en el presente a la vez que tenemos la capacidad de proyectarnos y planificar de forma realista, esa que nos haga sentir bien».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación