Mandzukic marcó tres goles
Mandzukic marcó tres goles - reuters
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El Atlético renueva su carné en el club más selecto de Europa

Pasa a octavos de final de la Liga de Campeones después de apabullar al Olympiacos. Mandzukic, héroe de la noche, marcó tres goles

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El Atlético abusó del Olympiacos, al que atizó sin compasión, y selló su pase a octavos de final de la Liga de Campeones. Renovó su carné en el club de los grandes de Europa tras despachar un partido maravilloso ante una parroquia entregada. Calor humano en una noche fría, fiesta por todo lo alto... y un delantero, Mandzukic, con plaza fija en el corazón colchonero. Marcó tres goles y se llevó los titulares, pero su aportación no hubiera sido posible sin el generoso comportamiento de todo el equipo.

[Así hemos narrado el partido]

En los prolegómenos, Míchel tuvo su momento de gloria recibiendo la tonadilla que está grapada a su nombre en el Calderón desde sus tiempos de jugador del Madrid.

Como es un tipo elegante, ya anticipó en la víspera que comprendía que le cantaran desde la grada («Que me llamen maricón no es un insulto») y no escatimó elogios para Simeone. No es descartable que los caminos del Atlético y del hoy entrenador del Olympiacos se crucen más veces en el futuro. Como rivales, claro. Por ahora está haciendo un trabajo más que encomiable con los griegos, aunque en esta ocasión no mostrara la astucia táctica del partido disputado en El Pireo. De hecho, su equipo apenas tocó bola, maniatado desde que cruzaba la medular y hecho un manojo de nervios en defensa.

El Atlético tuvo mucho que ver con esto, porque salió como un vendaval, dispuesto a cobrar la pieza lo antes posible, y nunca bajó el pistón. Tanto fue el cántaro a la fuente en los primeros diez minutos que al final lo rompió de forma inesperada Roberto, el portero criado a los pechos rojiblancos y héroe de su equipo en tantas ocasiones. Tras una jugada bien hilada por Juanfran y Arda el balón llegó a los pies del portero, que hizo un despeje horroroso; interceptado por Juanfran, el lateral dio un pase de la muerte y Raúl García, más listo que los defensas y que el propio Roberto, metió la puntera para inaugurar el marcador.

Un gran trabajo coral

La jugada desmintió una vez más el sambenito de que el Atlético solo saca ventaja de las jugadas a balón parado, y reveló de nuevo el extraordinario estado de forma de Juanfran, amo de todos los lances (en defensa y ataque) que suceden por su carril. Desarbolado el Olympiacos, las jugadas de peligro se sucedieron en cascada sobre el atribulado Roberto. En un saque de falta, Koke envió el balón raso hacia el balcón del área, Arda lo dejó pasar y Tiago remató alto. Raúl García, en un escorzo acrobático, tuvo el segundo. Pero fue Mandzukic el que lo consiguió al filo del descanso. Ansaldi fue el encargado del pase y Alberto Botía de hacer la pifia: la pelota pasó por delante de sus narices y llegó mansa al croata, que fusiló a placer. Mala noche de los dos jugadores españoles de Míchel. Aunque sus compañeros tampoco hicieron su parte. El único remate griego en este periodo tuvo la firma de Abidal, pero se fue a las nubes. Y Mitroglou, que resultó un dolor de muelas en El Pireo, apenas fue una sombra en el Manzanares.

La charla en el vestuario griego debió ser tensa, porque el Olympiacos salió con más sangre en las venas, lo que no se tradujo en mejor fútbol. Estuvo siempre a merced de las contras rojiblancas. Kasami dejó un recado en la espalda a Mandzukic, que se encaró con su marcador recordando, probablemente, su nariz rota en Grecia.

Su venganza se estaba cocinando. Maravilloso centro de Arda Turan desde la derecha (otra velada genial del turco) y cabezazo inapelable del croata. Dos minutos después, Gabi sacó una falta y el delantero centro volvió a perforar la portería del desesperado Roberto. El goleador fue despedido con todos los honores por una hinchada que ya lo ha adoptado como uno de sus héroes. Y los cánticos a Míchel fueron sustituidos por otros más cariñosos a Luis Aragonés y a Diego Simeone, como mandan los cánones de un conjunto que llegó al club de los notables de Europa para quedarse.

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