Torremolinos: del mito de la sueca a la Chueca del Sur de Europa

Mientras el cine sesentero español cultivaba en las playas de Torremolinos el mito del macho ibérico a la caza de la turista sueca, en lo que entonces era el extrarradio de la capital malagueña –no se segregó hasta 1988-, había quien se desprendía del corsé de la dictadura franquista y encontraba en este floreciente destino turístico un oasis para expresar su auténtica sexualidad. El aire fresco que supuso la llegada de visitantes extranjeros, que mostraban nuevos valores a una sociedad en vías de desarrollo, no sólo en lo económico, ayudó a una paulatina trasformación que ha hecho que este municipio sea conocido en todo el mundo como «gayfriendly» y cuya tolerancia hacia el colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTBI) es un motor fundamental para la economía local.

Han pasado mucho tiempo desde aquellos años y esta localidad costasoleña celebra ahora su conversión en lo que algunos definen como una «utopía gay» con el primer Orgullo que se celebra este año en la península.

Antonio Domínguez, presidente de la Asociación de Comerciantes Gays de Torremolinos (Acogat), ha sido testigo privilegiado del impacto que el colectivo LGTBI ha supuesto para el municipio en sus distintos ámbitos.

Representa casi un 25 por ciento del PIB local y aglutina el 17 por ciento de las reservas de la amplia planta hotelera, a lo que se suma que este segmento turístico gasta un 12 por ciento más que el habitual.

El empresario describe cómo en la localidad ha ido aflorando una auténtica industria con tiendas y lugares de ocio especializados que genera una «atmósfera de libertad» en la que los visitantes se sienten muy cómodos.

«Se puede decir que es la Chueca del sur de Europa», señala Domínguez, quien destaca la ausencia de volatilidad en este tipo de negocios influenciados positivamente por el tamaño de la comunidad LGTBI asentada en el municipio 

Pero más allá de lo puramente económico, lo relevante, explica la concejala de Igualdad del Ayuntamiento, Aida Blanes, es que Torremolinos ha representado una «bandera de libertad» que lleva los colores del arcoiris.

El representante de los comerciantes va más allá y define a la localidad como un «oasis» en aquellos tiempos en los que un gay fuese de la mano con su pareja suponía arriesgarse a recibir una paliza. «Aquí venía mucha gente de otras partes de Andalucía o de Madrid porque podían ser ellos mismos», mira atrás en el tiempo.

Siempre ha existido un «alma primitiva de diversidad», alega Blanes, quien se siente orgullosa del alto grado de tolerancia de sus vecinos: «No se recuerdan casos graves de homofobia».

Antonio Domínguez profundiza en esta idea y argumenta que el respeto hacia las distintas tendencias sexuales está muy arraigado en la sociedad torremolinense después de tantos años de convivencia sin incidentes graves.

«Torremolinos es lo más próximo a una utopía gay, pero hay que alejarse del gueto que ello implica», argumenta para quienes cuestionan la necesidad de celebrar un Orgullo cuando el colectivo ha alcanzado metas impensables hace unos años.

«Es necesario ser reivindicativos» y, lejos de frivolizar la primera conmemoración de este tipo que se lleva a cabo en la península, a las iniciativas lúdicas, como los conciertos de Chenoa, Betty Missiego, Baccara o Marta Sánchez, se une la manifestación programada para este sábado bajo el lema «Libertad, Igualdad y Diversidad».

Los organizadores señalan que el éxito de esta segunda edición está asegurado, ya que se espera superar la asistencia de 12.000 personas que se logró el año pasado y alcanzar las 20.000. «Es casi encontrar una habitación», manifiestan fuentes hoteleras, que agregan que hace meses que se comenzaron a recibir reservas.

Este evento sirve de preámbulo para la llegada a la capital de La Demence, el mayor crucero gay de Europa, que arribará al puerto el 11 de julio.