Gastronomia y salud

Un libro recoge las recetas que han ayudado a personas mayores a estimular las funciones cognitivas

La publicación, que explica el proceso del proyecto, ha sido pionera en Málaga y pretenden que se implante por toda España

Miembros de la Fundación Juan Cruzado, representantes de Campofrío y chefs participantes del proyecto I. Ruiz

Isabel Ruiz

Las croquetas, la sopa o las torrijas de las abuelas son manjares pertenecientes a la cocina tradicional que tanto gustan. Cocinar es una actividad que en muchos casos gusta y entretiene, pero que también ayuda a estimular las funciones cognitivas. Así lo demuestra el proyecto que han llevado a cabo entre la Fundación Juan Cruzado y Campofrío, quienes han realizado talleres de cocina con las personas mayores del centro de día que tiene la Fundación en Málaga capital.

A Luisa Lozano le gusta cocinar. Lleva toda su vida cuidando a su familia y ayudando a su marido en la confitería que regentaba. Acude al centro de día con una sonrisa, sin recordar muy bien qué receta es la suya. Con ayuda de su terapeuta ocupacional cuenta que las «torrijas de leche y miel» llevan su firma, en honor a su marido ya fallecido. A saludo está Ángeles Rodríguez, tampoco se acuerda de que ella es la autora de la tarta de manzana pero sí de que se divirtió mucho los días que entraron en la cocina. «Aquí me lo paso bien y estoy entretenida» afirma esbozando una sonrisa.

Luisa y Ángeles son dos de las casi 90 personas mayores que participaron en la elaboración de los platos, aunque tan solo 20 se han plasmado en el libro «Recetas para no olvidar» . La publicación es el resultado del proyecto de estimulación cognitiva con personas mayores a través de algo cotidiano como la cocina. Así, «ellos no se daban cuenta de que estaban trabajando» explica la Directora de la Fundación, Tania Cañas, quien reconoce que ha sido una experiencia «única y maravillosa» que todos han disfrutado.

Los beneficios de la cocina

La cocina tiene el poder «de trasladarnos a nuestra infancia y juventud» a través de los aromas y de los ingredientes con los que se pueden «plantar cara a ese enemigo invisible que poco a poco va borrando quiénes fuimos y quiénes somos» defienden desde la Fundación. Tanto es así que animaron a las personas del centro a participar en los talleres y en las clases magistrales que impartieron cuatro cocineros profesionales de la gastronomía malagueña.

De este modo ejercitaron la orientación, la atención, la memoria, el lenguaje y las funciones ejecutivas durante los talleres, que han sido impartidos a 300 personas mayores de 65 años. La finalidad es ralentizar el proceso de deterioro, fomentar la conexión con el entorno, mejorar la autoestima y la autonomía personal, así como promulgar hábitos de vida que influyen directamente en el proceso de envejecimiento saludable.

«Disfrutar trabajando con mayores con alma de niños»

El chef Ignacio Carmona del restaurante El Imperdible es uno de los profesionales culinarios que han participado en esta experiencia, que él mismo cataloga de «súper gratificante y enriquecedora». Para Carmona alejarse del estrés de la cocina para disfrutar trabajando con mayores «con alma de niños» le ha hecho cambiar por completo el punto de vista de su día a día.

Ahora, Ignacio tiene «un club de fans» en el centro de día de la Fundación, donde levantó «pasiones» entre las mujeres que disfrutaron de su cocina. Antes de comenzar la presentación de «Recetas para no olvidar» se acercó con una sonrisa a quienes fueron sus alumnas, advirtiéndoles de broma que su esposa quiso venir porque «no se fiaba de las mujeres tan guapas que hay aquí». La complicidad entre los mayores y los cocineros es indudable, la felicidad en sus caras confirmaban que la experiencia había sido todo un éxito.

Luis Manuel Cordón, de Kume Restaurante Club, no puede evitar acordarse de su abuela, recientemente fallecida. Ahora, orgulloso de haber participado en el proyecto agradece a la Fundación Juan Cruzado y a Campofrío por proyectos como «Recetas para no olvidar». Recuerda con especial cariño el lomo de cerdo con manzana que su abuela cocinaba en Navidad.

A través de la cocina los participantes se han vuelto a reencontrar, a recordar qué platos les gusta cocinar y a no olvidar los ratitos que les han hecho felices durante su cocción. Desde Campofrío y la Fundación Juan Cruzado apuestan por que éste método se implante en otros centros de día, por eso han enviado el libro a más de 200 en toda España, explicando la metodología para desarrollar el proyecto.

«Poner el alma en proyectos así hace que cada paso que se de sea único» resume una de las terapeutas ocupacionales del Centro. Todos coinciden, ha sido divertido, enriquecedor y muy necesario para nuestros mayores.

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